Pasarela mundial de orquestas
Una treintena de orquestas desfilarán por la gran pasarela sinfónica de la Exposición de Sevilla y bastan algunos nombres para que podamos medir la categoría del empeño: Filarmónica de Berlín, con Barenboim; de Viena, con Abbado; de Múnich, con Celibidache; Sinfónica de Filadelfia, con Muti; Israel, con Metha; París, con Bisjov; Metropolitan, con Levine; Leipzig, con Masur; Scala de Milán, con Muti; Opera de la Bastilla, con Whun-Chung; Pittsburgh, con Lorin Maazel.Los programas de estas y otras agrupaciones cultivan el gran repertorio, pero cabe señalar algunas audiciones más inquietas: el estreno por Rostropóvich, con la Words Youth Philarmonic, el Coro de Riga y el Ballet de Kirov, de la Oración para la era de Acuario, de Sofia Gubaidulina; las presencias de Stockhausen y el ASKO Ensemble o el conjunto Sch,5nberg.
Los envíos de los distintos países y comunidades nos deparan raras sorpresas. Aragón dedica un monográfico al turolense Antón García Abril; Murcia estrena el Concierto del buen amor, de Manuel Moreno Buendía, con Yepes a la guitarra; Andalucía ofrece la Sinfonía flamenca, de Manolo Sanlúcar; Sevilla y su orquesta rinden homenaje a Joaquín Rodrigo con un monográfico dirigido por Sutej; la Jonde, con Colomer, propone Atlántida, de Falla-Halffter, y la ONE cuenta con los nombres de Benguerel, Ernesto Half1ter, José Luis Turina y Carmelo Bernaola. Si añadimos el monográfico de autores polacos a cargo de Penderecki; el estreno de Machina mundi, de Nunes, que representará a Portugal; los autores de Bélgica, Suecia y Noruega, el resto cae dentro de la cotidianeidad más absoluta y el atractivo se centra en la calidad de las versiones. Lo que quiere decir que, una vez pasada la gran fiesta, la Expo 92 dejará escasa huella musical.
El desfile de batutas y grandes conjuntos, con todo y ser llamativo, no lo es tanto cuando cada año visitan nuestro país un número considerable de ellos. Se sigue una orientación conformista y, para lo español, un tanto tocada de pintoresquismo. Hay autores y hasta obras que aparecen programadas dos veces, y salta a la vista la ausencia de no pocos grandes nombres.
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