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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España y el Sáhara

LA VISITA a España de Mohamed Abdelaziz, secretario general del Frente Polisario y presidente de la Re pública Árabe Saharaui, ha sido una ocasión oportuna para poner sobre el tapete un problema ante el cual nuestro país no puede. ser indiferente. Su entre vista con el presidente Felipe González, por mucho que se haya insistido sobre su carácter privado, ha ido un gesto positivo por parte de España en favor de la aplicación efectiva de los acuerdos de la ONU para que un referéndum decida el futuro del antiguo Sáhara español.Este referéndum es absolutamente necesario para que la descolonización de este territorio se realice de acuerdo con el derecho internacional. A pesar de que Marruecos administra la mayor parte de la zona desde la retirada de nuestras tropas en 1975, se trata de una situación de hecho. España no cedió su soberanía, solamente la administración del territorio. La consulta al pueblo saharaui es, pues, imprescindible para que el estatuto de la zona sea jurídicamente válido. El propio Gobierno de Marruecos ha aceptado el principio de que los saharauis deben decidir con el voto el futuro de su territorio. Sin embargo, y en ello reside la causa del bloqueo que sufre actualmente la realización del referéndum, el Gobierno de Rabat está enviando al Sáhara a un elevado número de personas residentes en diversas partes de Marruecos, alegando que son originarios del Sáhara, y exige que voten en el proyectado referéndum. Es evidente que con esta actitud queda en entredicho el acuerdo previo, aprobado por las dos partes y por la ONU, que hacía del censo establecido por España la base para la realización del referéndum. Las acciones unilaterales de Marruecos para imponer un elevado número de votantes en el referéndum fuera del censo español -y sin ninguna posibilidad de que sus derechos sean sometidos a un control internacional- se acompaña de una actitud negativa hacia la delegación y los observadores de la ONU que actúan sobre el terreno para preparar las condiciones del referéndum. Ello ha determinado la dimisión del diplomático suizo que ha trabajado hasta ahora como enviado del secretario general de la ONU. El nuevo delegado designado por éste, Sahabzada Yacub Jan, de nacionalidad paquistaní, llegará al Sáhara en fecha inminente. Su tarea es sumamente difícil. Están llegando nuevos contingentes de marroquíes con la pretensión de votar cuando llegue el momento del referéndum, lo cual constituye una indicación nada favorable sobre los proyectos futuros del Gobierno de Rabat. Para España, el mantenimiento de relaciones amistosas con Marruecos es una necesidad esencial de su política exterior. Los progresos en ese orden han sido importantes y hace falta consolidarlos. No obstante, en el problema del Sáhara no hay sino que la mentar la conducta de Marruecos, que obstaculiza una misión de la ONU apoyada por la inmensa mayoría de los países del mundo. Precisamente porque España es la antigua potencia colonial en esa zona siempre ha apoyado los esfuerzos de la ONU para organizar una consulta imparcial del pueblo saharaui. En estos momentos la diplomacia española tiene que mantener esta actitud, aunque los obstáculos para que tal consulta pueda llevarse a cabo sean cada vez mayores. En todo caso, cabe esperar que el nuevo secretario general de la ONU, Butros Gali, tome las cosas en mano y haga comprender a Marruecos que debe cumplir los compromisos que ha contraído y poner fin a las maniobras dilatorias. La ONU está comprometida en este caso y debe seguir adelante.

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