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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Estrenos de Escudero y Marco

El VI Festival de Primavera Andrés Segovia que dirige Pablo de la Cruz, clausuró su edición con un monográfico dedicado a Tomás Marco en el 50 aniversario de su nacimiento. No es escasa la aportación de Marco al repertorio de guitarra, tanto a solo como concertada, pero los organizadores del certamen madrileño han preferido, a nuestro juicio con buen tino, acudir a las últimas producciones del compositor: Fantasía sobre Fantasía (1989), que alude a la de Roberto Gerhard; Sonata de fuego (1990), y un estreno absoluto: Tarots, que son 22 piezas para guitarra dedicadas al protagonista del concierto, el mallorquín Gabriel Estarellas.En Tarots, vuelve Marco por los fueros de un guitarrismo directamente pensado para el instrumento, según los cánones impuestos por la tradición clásico-romántica y usados por él con libertad y sencillez. Cada página es un símbolo -la rueda de la fortuna, el bufón, la amante, la estrella, el diablo, la casa de Dios, el ahorcado, el loco- y así hasta las 22 figuras que incitaron otros tantos naipes sonoros, cuyo conjunto resulta directamente bello. Estarellas tocó la nueva obra de Marco con minuciosa perfección y el éxito más cálido no se hizo esperar. Había en él no pocas demostraciones de muchos colegas al emprendedor compositor, pieza clave en el desarrollo musical de estos años.

Festival Andrés Segovia

G. Estarellas (guitarrista). Obras de Tomás Marco. Orquesta Nacional de España. Director: A. Ceccato. Sinfonía de Escudero. Auditorio Nacional, Madrid, 10 de abril.

Localismo y abstracción

En la otra sala, la Orquesta Nacional, con Aldo Ceccato, puso en atriles la Sinfonía sacra, de Francisco Escudero, quien el próximo año cumplirá los 80. Con Montsalvatge, quizá sea el músico guipuzcoano la figura más representativa de la generación de 1916, ecléctica por naturaleza y acaso por condicionamiento de su circunstancia.Discípulo de Pagola y Conrado del Campo en España y de Dukas y Le Flem, en París durante los años 30, Escudero no parece producto francés, como no sea en algunos momentos de su Cuarteto. Luego su obra discurre por una doble vía: el vasquismo (Illeta, Zigor, Gernika) y una abstracción de cuño dramático, incluso en sus obras instrumentales, de la que es buena prueba la Sinfonía sacra, estrenada en 1972 por la RTVE con García Asensio, en la Semana de Música Religiosa de Cuenca.

Como otros compositores, a la hora de evocar la temática religiosa, Escudero adopta la forma de tríptico (recordemos Matías el pintor, de Hindemith, la Sinfonía litúrgica, de Honegger o la Sinfonía de Réquiem, de Britten). Esos tres momentos responden aotros tantos de la Pasión: Getsemaní, Las negaciones de Pedro y La crucifixión. A través de un lenguaje contrapuntístico o casi monódico, recibimos la impresión de tales acciones o cuadros con gran fuerza expresiva, ciertos toques de realismo y muchos más de poesía. No abandona Escudero las bases tonales de su discurso, pero las amplía con libertad, de manera que los resultados pueden parecer vecinos a la prosodia serial, aunque en realidad quizá estén más cerca del más avanzado lenguaje de un Hindemith o un Honegger, que renegaron siempre de Schoenberg y su escuela. En cualquier caso, el tríptico tiene efectividad y belleza y el diálogo entre la orquesta de cuerda y los tres instrumentos de madera (obóe, corno y fagot) otorga al conjunto algún talante de concerto groso. La obra, interpretada rigurosamente, esto es, con entera fidelidad a lo escrito y lo que se esconde detrás de lo escrito, obtuvo un franco éxito.

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