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Fuji goIpe

Dijo bien Antonio Remiro, en el informativo nocturno de Tele 5, que el golpe de Estado que se ha dado en Perú es algo así como la última mancha del leopardo: la última desdicha que sufre un país martirizado desde todos los frentes. Es también, después de lo ocurrido en Venezuela hace unos meses, un aviso de que el mundo tan glorioso que se nos entregó junto con el nuevo orden -democracia en toda América Latina, menos en Cuba, decían- puede empezar. a desmoronarse antes de haberse hecho realidad. Miseria, explotación, violencia de todo signo, y, además, la aplicación de las medidas económicas del Fondo Monetario Internacional: resulta fácil que haya gente, como Fujimori, que creen que sólo pueden aplicar semejante política con las manos libres que proporciona una buena dictadura. Y también ocurre que al pueblo acaba por traerle al fresco quién está arriba mandando.Una peruana que llamó a Radió Nacional -excelente cobertura, primero de Xavier Sardá, luego de Lobatón- a la mañana siguiente, dijo: "En Perú nunca hemos tenido democracia. Con dictadores o sin ellos, han mandado las cinco familias de siempre". Cuando la mitad de la población es pobre de solemnidad, las simplificaciones maniqueas tienen el camino, fácil, se trate de Sendero Luminoso o de los militares.

Lo que está claro es que quienes se volcaron hacia el Este de Europa, incluidos medios de comunicación e informadores, deberán volver a fijar su atención en América, la nuestra, la del 92, en sus heridas todavía por cerrar y su estado de injusticia permanente. Corruptas democracias que sólo sirven a los más fuertes, corruptas dictaduras que aún son peores. Que, desde luego, no constituyen ningún remedio.

Como esto siga así, nos van a dar el V Centenario. Con lo bien que nos había quedado el envoltorio.

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