Peste letal
Trabajamos en una granja escuela de Alcalá de Henares, disfrutando al enseñar a los niños cómo se plantan y recogen los frutos, cómo hay que cuidar a los animales y cómo debemos tratar a la tierra y al agua para que sigan siendo nuestro disfrute y nuestro sustento. El paraje es idílico, los niños huelen el pan recién cocido o la leche fresca o la tierra mojada; aprecian el brotar de las yemas nuevas acarician la calidez de un pollito o las cabriolas de un potro. Todo junto al rumor tranquilo de un río en el que se podía mirar el paisaje rizado o atisbar la elegancia alerta de los patos salvajes y la calma glotona de las carpas.Pero de pronto todo se ha turbado, una mano siniestra ha sembrado de muerte y de ponzoña el río Henares y miles de peces flotan reventados, los patos agonizan deshilachados en la orilla y un hedor de cloaca ha invadido el contorno. ¿En nombre de qué supuesto desarrollo se hacen posible desmanes semejantes? ¿Qué decir a los niños frente a una peste letal que acaba con la vida de plantas, de peces y de aves? ¿Qué clase de país vamos a ser cuando en lugar de ánades y fochas, de carpas y de barbos, de sauces y de brezos, sólo podamos mostrar a nuestros hijos estos remedos mecánicos y eléctricos fabricados tantas veces a costa de sembrar la tierra de basura, de pudre y de contaminación?
Miramos estos días el río Henares y cerramos los puños con una inmensa indignación e impotencia. ¿Nadie va a hacer nada por parar tanto desastre inútil?-
y nueve firmas más. Grupo Pedagógico Monitores Granja Escuela La Esgaravita.