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La nueva Alemania se autoflagela

El Bundestag crea una comisión para hurgar en 45 años de historia

La unificación ha devuelto a la sociedad alemana al diván del psicoanalista. La semana pasada, el Bundestag (Parlamento) dedicó una larga sesión de seis horas a un ejercicio de autoflagelación histórica en el que la culpa hizo de pelota de pimpón. Al final, los diputados decidieron crear una comisión de encuesta cuyo cometido será hurgar en lo sucedido durante los últimos 45 años en la desaparecida República Democrática Alemana (RDA), aunque no se librará del escrutinio de lo que desde Bonn se hizo con respecto a sus hermanos separados a lo largo de todo este tiempo."Cada persona, cada agrupación, cada partido, cada grupo de intereses podría y debería preguntarse: ¿qué hemos hecho en los últimos 45 años, en qué hemos fallado, qué enseñanzas podemos sacar de ello, qué leyes debemos cambiar, qué disposiciones debemos corregir, cómo tenemos que transformar nuestro comportamiento?". Así piensa el presidente de la comisión, el diputado democristiano Reiner Eppelmann, un pastor protestante que fue el último ministro de Defensa de la ex RDA y uno de los escasos políticos del Este a quienes no han llegado aún las salpicaduras del pasado ni ha sido expuesto a la vergüenza de las actas de la Stasi.

Un año y medio después de la unificación, el constante goteo del pasado sobre la nueva Alemania es una fuente inagotable de conflictos y una de las mayores barreras para la síntesis de las dos sociedades. Son ya legiones los políticos que han caído víctimas de su colaboracionismo con el antiguo régimen, y la apertura a escrutinio público de los más de 200 kilómetros de fichas de la Stasi ha trasladado el ajuste de cuentas a todos los niveles de la sociedad.

Caza de brujas

Ésta es la razón por la que, aparentemente, el Parlamento ha decidido dar este paso. Pero el problema de fondo es que una decisión de esta envergadura supone, en cierto modo, institucionalizar una caza de brujas al más alto nivel del Estado. La primera sorpresa, sin embargo, ha sido comprobar que la trifulca se contagiaba a la clase política occidental. La mitad del debate del Bundestag lo dedicaron socialdemócratas y democristianos a discutir si fue peor el viaje de Willy Brandt a la RDA en 1970 o el recibimiento oficial de Erich Honecker en Bonn por el canciller Helmut Kohl en 1987.Tal vez por eso, Brandt, el inventor de la ostpolitik y el hombre que primero abrió las puertas a un cierto entendimiento con el régimen de Berlín Oriental, pese a que acepta que "la asimilación de la herencia del SED [el partido comunista de la ex RDA] debe entenderse como un objetivo de toda Alemania", ha hecho un llamamiento a la calma y considera fuera de lugar Ianzarse ahora sobre las personas -especialmente en el seno de la Iglesia- que hicieron grandes esfuerzos para prestar ayuda humanitaria y que lograron que las dos partes separadas no se separaran más".

En Bonn, todo esto parece muy razonable, pero en la ex RDA se considera que el clima de acusaciones y reparto de culpas sólo beneficia a los wessis (de Occidente), permitiéndoles acabar con los últimos rasgos de identidad propia que conservan los ossis (del Este). Y añaden: se trata de un sustituto moral de la desnazificación de la posguerra que los políticos occidentales no se atrevieron a llevar a cabo.

La comisión que preside Eppelmann ha sido bautizada con el término Aufarbeitung, un vocablo un tanto freudiano que se emplea cuando algo ha salido mal y se quiere conocer la razón. Se trata, pues, de hacer la autocrítica, introspección, esclarecimiento, sobre la historia y las consecuencias de la dictadura comunista que dirigió el Estado policial alemán hasta la unificación. Primero, sin embargo, antes del próximo 20 de mayo, la propia comisión, para curarse en salud, debe delimitar el campo de sus pesquisas y presentarlo de nuevo al Bundestag. A finales de 1993 se espera un primer informe, y un año después, el informe definitivo.

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