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Guerra olvidada y sangrienta en Birmania

Ofensiva general del Ejército de Rangún contra las bases de la guerrilla karen

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIAL Los contrabandistas de piedras preciosas abandonan temerosos las sendas fronterizas con Tailandia y ceden el paso a los convoyes que, desde Rangún y otras plazas militares, convergen en las líneas de avanzada, controladas por las tropas birmanas que asedian Manerplaw. Varios batallones, con fuego de mortero y cobertura aérea, avanzan desde la Montaña de Oro hacia la principal base de la guerrilla karen y del Movimiento Birmano por la Democracia.

La violencia del combate apenas encuentra ejemplos en las cuatro décadas de luchas secesionistas de esta atormentada nación indochina. Bangkok ha reforzado sus regimientos en la montafiosa divisoria, y advirtió que no permitirá incursiones en su territorio."¿Hacia dónde van esos soldados?". "Posiblernente hacia el Este", responde avaro el conductor de un viejo autobús japonés asignado al servicio de los extranjeros que visitan la capital de Myanmar, la antigua Birmania. En el este del país de las pagodas y de la represión a bayoneta calada se alza Manerplaw, pegada a la frontera tailandesa y cuartel general de las fuerzas irregulares mejor equipadas de los más de 12 grupos armados que luchan por la independencia de sus respectivas minorías étnicas desde hace cuatro décadas, muy poco después de la independencia del Reino Unido, en 1948. Uno de los generales al cargo de las operaciones contra la guerrilla karen brindó recientemente con su plana mayor por la toma de Manerplaw, y aseguró que el próximo día 27 la bandera birmana ondeará en el mástil de una población que no se pudo expugnar en anteriores ataques.

20.000 soldados

La ofensiva lanzada por Rangún contra la guerrilla cristiana se apoya en más de 20.000 soldados y porteadores civiles, y constituye posiblemente el esfuerzo militar más importante efectuado en los últimos 30 años para rendir Manerplaw y cortar rutas esenciales de suministro de los guerrilleros a través del río Salween.

Estudiantes escapados de la persecución que siguió, en julio de 1988, a una de las últimas matanzas de manifestantes se incorporaron a sus filas y comparten con la guerrilla el odio y el miedo a la junta militar más que los objetivos nacionalistas de los milicianos.

Varios de sus campamentos han caído en poder de las tropas, se ha puesto cerco al segundo puesto guerrillero, Kao Moo

Ray la tenaza sobre Manerplaw se cierra por el Norte y por el Sur para provocar el éxodo de sus habitantes hacia Tailandia, cuyos límites han cruzado los soldados birmanos para golpear desde la retaguardia. "Resistiremos hasta el final. No es la primera vez que hemos retrocedido para reconquistar después el terreno perdido", afirmó uno de sus dirigentes a un periodista de Bangkok que pudo llegar a esa base.En las calles de la capital de Myanmar, nación de 42 millones de habitantes donde el mandato cuarteIero sustituyó en 1990 al resultado de las urnas, la junta militar renueva los eslóganes que llaman en grandes vallas a la delación o a la complicidad con el Ejército. La mayoría insiste en recabar la voluntad popular en la defensa de la unidad nacional en un país con 135 comunidades étnicas.

Falta de noticias

Muy cerca de la casa donde el último premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, permanece bajo arresto domiciliario, el lema dice: "Amemos y defendamos la unidad de la patria". Pocas noticias de los combates llegan a Rangún, cuyos accesos por carretera controlan patrullas de soldados con barreras y alambradas y donde sus 3,5 millones de residentes mantienen su propia lucha por la supervivencia.

El Guardián, un patriotero panfleto editado por el Ministerio de Información, recuerda que se ha vertido mucha sangre en la lucha contra la desintegración del país, mientras El Diario del Pueblo Trabajador, cuyas portadas glosan las cínicas obras de caridad de la junta con los monjes budistas, anima a la deserción y denuncia las torturas practicadas por los insurgentes a los prisioneros.

En el hotel Inya Lake, una monja seglar norteamericana, con vocación de analista militar, subraya con indiscutible lógica que el Ejército tienen todas las de ganar en la lucha contra el independentismo. Las fuerzas armadas birmanas cuentan con más de 200.000 hombres en constante entrenamiento, y están pertrechadas con un arsenal que se modernizó en 1990 mediante masivas compras a China por valor de más de 1.500 millones de dólares, según cálculos de organismos occidentales.

Los efectivos de la guerrilla karen no llegan a los 10.000, pero sus asentamientos son difíciles de tomar, al estar protegidos por una cadena montañosa y unas junglas que los aguaceros de los monzones convierten en un parapeto de barro y vegetación por donde es difícil el despliegue de las tropas.

La envergadura de la ofensiva desencadenada contra la guerrilla ha alcanzado a Tailandia, cuya junta militar ha advertido que asaltará las posiciones birmanas si continúan las violaciones de su soberanía territorial. Unidades de los dos países han sostenido choques esporádicos, con intercambio de disparos de mortero y hostigamiento aéreo. En la batalla por Manerplaw, el Ejército ha cobrado una considerable ventaja.

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