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DOBLE CITA ELECTORAL EN FRANCIA

La derrota de las regiones

Desinterés de los votantes a los 10 años de la ley de descentralización

Las regiones son el perdedor seguro en las elecciones regionales que se celebran hoy en Francia. A tenor de los últimos sondeos efectuados, casi la mitad de los franceses no acudirá a las urnas, y los que lo hagan estarán guiados por razones de política nacional. Esos mismos sondeos han revelado que el 80% de los ciudadanos ignora cómo se llama el presidente de su región. La jacobina República Francesa se resiste a digerir estas instituciones, creadas hace una década por la ley de descentralización del ex ministro del Interior socialista Gaston Defferre.

Desde el año 1988 los franceses no tenían una cita general con las urnas, y los principales partidos políticos han aprovechado la ocasión para poner sobre el tapete los grandes temas nacionales: el paro, la corrupción y los inmigrantes.Para los grandes partidos se trata, ante todo, de efectuar un ensayo de las elecciones legislativas que se celebrarán en el primer trimestre de 1993. Y, sin embargo, lo que los franceses van a elegir hoy son las 1.829 personas que durante los próximos seis años compondrán los 22 consejos o parlamentos regionales del país.

El próximo viernes, en su sesión constitutiva, esos consejos elegirán a los presidentes regionales. Será la hora de las alianzas.

Las elecciones regionales son hijas de la ley que, en marzo de 1982, aprobó la más ambiciosa descentralización de los dos siglos de historia del jacobinismo republicano francés. El principal artífice de esa ley, el fallecido socialista marsellés Gaston Defferre, entonces ministro del Interior, solía decir que la descentralización era "el gran asunto" del primer septenio presidencial de Frangois Mitterrand. Defferre pretendía "poner a Francia a la hora de la Europa de las regiones".

La 'ley Deferre'

La ley Defferre introdujo la gran novedad de considerar a las regiones colectividades territoriales de pleno ejercicio. En adelante, los consejos regionales serían elegidos cada seis años por sufragio universal.

Así debía culminar una batalla comenzada en la Revolución Francesa por la oposición entre los girondinos, sensibles a las regiones, y los muy centralistas jacobinos.

Es una batalla que costó la presidencia al mismísimo Charles De Gaulle. En 1969 el general intentó dar un empuje a la regionalización, pero el triunfo del no en el referéndum que convocó al respecto le llevó a abandonar la política.

Diez años después de la ley Defferre, los franceses siguen si verlo claro. El 16 de marzo de 1986 eligieron por primera vez a sus consejeros regionales, pero ese mismo día tuvieron que designar a los diputados de la Asamblea Nacional, y ello restó casi todo su interés al envite regional.

Esta vez, las regionales tampoco son puramente regionales. Todo el mundo hará una interpretación nacional de sus resultados, que, por lo demás, ahogarán a las cantonales, que también se celebran hoy.

La ley Defferre tuvo el defecto, según Serge July, de "estar dominada por la idea de no crear nuevos centros de poder". Las regiones francesas, dice el director de Liberation, "pueden adjudicarse palacios suntuosos, pero la ley les impide dotarse de una identidad fuerte.

No sólo son demasiado numerosas, sino que están minadas por el mantenimiento de los departamentos (el equivalente de las provincias españolas) como el nivel político-administrativo decisivo en el hexágono". Creaciones más geométricas que históricas, los departamentos son hijos del triunfo jacobino en 1789. El sistema regional creado en 1982 apenas les ha afectado.

Todavía no ha sido abordado el proceso de transferencia de los poderes de los prefectos de los departamentos, designados por el Gobierno central, a los presidentes regionales.

Los consejos regionales, eso sí, manejan mucho dinero. Su presupuesto total en 1991 fue de 54.700 millones de francos (un billón de pesetas). Esa cifra estuvo destinada a las áreas en que las regiones tienen competencias: institutos de bachillerato, centros de formación profesional, asistencia social, carreteras, protección del medio ambiente y promoción del desarrollo económico.

A mitad de camino

El sistema es ciertamente curioso: en materia de educación, por ejemplo, el Estado se reserva las universidades y las regiones son encargadas de los liceos. Jacques-Sylvain Klein, presidente de Descentralización 2000, cree que el proceso iniciado por Defferre se ha quedado "a mitad de camino"'. "Los ciudadanos", dice, "siguen sin participar en los asuntos regionales". Y si a eso se le añade un complicadísimo sistema electoral, su indiferencia ante la elección de hoy "es comprensible".

En las últimas semanas, los candidatos han tenido que dedicar la mitad de su tiempo a dar cursos de instrucción cívica a los electores. Se trataba de explicarles que hoy participarán en dos elecciones distintas y que cada una tiene un mecanismo diferente.

Los consejos regionales serán elegidos en una sola vuelta por el sistema proporcional. Los consejos generales lo serán por el sistema de dos vueltas (hoy y el próximo domingo) y el escrutinio mayoritario.

Los franceses también renuevan hoy la mitad de sus consejos generales, lo que afecta a un total de 2.026 personas. Esos organismos rigen los cantones, colectividades equivalentes a las comarcas y que fueron creadas al mismo tiempo que los departamentos, en 1789. Los consejos generales tienen un papel político muy limitado, pero desde 1871 son elegidos por sufragio universal directo. El caso corso se añade al embrollo. El pasado año fue aprobado el estatuto especial que debe otorgar a Córcega más autonomía que las otras regiones francesas.

Pueblo corso

Sin embargo, los nacionalistas de la isla mediterránea lo rechazan porque no reconoce la existencia de un pueblo corso y por que como ha declarado a EL PAÍS uno de sus líderes, "está muy lejos de tener las competencias de las estatutos vasco y catalán".

Si los socialistas franceses no se han decidido a hacer de las regiones entidades poderosas capaces de rivalizar con los länder alemanes o las comunidades autónomas españolas, la derecha y la extrema derecha aún están menos por la labor. Así que en las últimas semanas tan sólo Los Verdes se han declarado partidarios de mayor autonomía para las regiones. Su líder, Antoine Waechter, es alsaciano.

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