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Entrevista:ELECCIONES AUTONÓMICAS CATALANAS

"El pluralismo está secuestrado en Cataluña"

Preside Iniciativa per Catalunya (IC) y es secretario general del PSUC. Compagina sus híbridas responsabilidades políticas con menos aspavientos que Julio Anguita. Pero los mimbres de la autoproclamada izquierda transformadora catalana no acaban de componer un cesto electoral sólido. Su trenzado retiene sufragios de profesionales, obreros cualificados y jóvenes, pero deja escapar el llamado voto social. Su candidato es Rafael Ribó, de 47 años, abogado, economista y doctor en Ciencias Políticas."En Cataluña hay un auténtico secuestro del poder democrático", sentencia el candidato de IC a la presidencia de la Generalitat, inquieto por las escasas variaciones en el mapa político y la abstención al alza que vaticinan los sondeos. "Aquí no se da prácticamente campaña electoral Porque hay una coincidencia tácita entre socialistas y convergentes en no discutir los problemas reales del país".

Y, por si fuera poco, proclama: "El mapa político no se mueve porque tampoco hay información para que lo haga. En un país muy despolitizado, es escandaloso cómo se manipulan los medios de comunicación, especialmente los públicos".

Pregunta. Jordi Pujol lleva camino de gobernar otros cuatro años, y ya serán 16. ¿Qué significarán para Cataluña tres lustros de gestión nacionalista?

Respuesta. Pujol es más que Convergència y es insustituible en CiU; llega a cotas paranoicas de poder. Pujol ha hecho las listas personalmente. Ha llamado a sus diputados y les ha dicho: "Tú sí, tú no". Pero la gente que llama a la puerta de Pujol concibe así el ejercicio del poder. La paradoja es que después de denunciar durante 12 años el centralismo de Madrid, Cataluña está controlada por el centralismo de la Generalitat desde Barcelona.

P. Pese a las críticas, usted se ha felicitado de haber logrado acuerdos parlamentarios con CiU. ¿Se siente IC cómoda cuando negocia con Convergència?

R. Sin ningún pudor puedo decir que no hay ningún político catalán que haya formulado a Pujol críticas más profundas e hirientes que las de un servidor.

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P. ¿Es impensable que IC colabore con CiU?

R. Es un disparate. Son los socialistas quienes dicen estar dispuestos a pactar con CiU, con Esquerra -en lo que constituye el abrazo del oso a Àngel Colom-, con las izquierdas, y, por si fuera poco, aseguran poder gobernar solos si hace falta. Su mensaje es claro: "Sea cual sea la fórmula de gobierno, pasa por nosotros". Dudo que sea creíble, porque provocan la percepción de que sólo tienen interés en llegar al Gobierno sin entrar en orientaciones. Pero preparan el terreno para que se extienda la percepción social de que Pujol y González se entienden y la gente diga: "Me parece bien que en Madrid gobierne Felipe y que en Cataluña mande Pujol". Seguramente acabarán gobernando juntos en Madrid, porque Roca conecta con sectores de la burguesía que votan a Pujol, pero quieren tocar poder en todo el Estado. Pero una parte de CiU, dirigida por Pujol, nunca permitiría ese tipo de pacto en Cataluña.

P. IC perdió 50.000 votos en las municipales de 1991. Usted atribuyó ese retroceso a una falta de perfil ideológico de Iniciativa, a su debilidad organizativa, y constató la falta de calado de su propuesta entre la población emigrante. ¿Han superado en ocho meses estos déficit?

R. Estos déficit conectan con debates universales de la izquierda sobre cómo tener más inserción en la sociedad y recoger sus reivindicaciones más acuciantes. Las reflexiones sobre estos temas no las hemos cerrado. Los estudios sociológicos dicen que nuestro voto es profesional, de gente joven y de obreros cualificados. El interrogante es si ese voto culto e informado es una apuesta de futuro; si sabremos multiplicarlo y convertirlo en líder de opinión. El voto social es el que menos información política recibe, el que está más sometido al secuestro del pluralismo democrático.

P. Ustedes niegan que los socialistas sean izquierda.

R. Los primeros que califican la práctica socioecónomica del PSOE como una política no de izquierdas son sus compañeros socialdemócratas europeos. Nosotros no somos quiénes para calificar a nadie de derecha o de izquierda. Es más, en el PSOE hay energías para utilizar desde la izquierda. Lo que sucede es que hay una praxis de gobierno que me parece escandalosamente de derechas. Cualquier gobernante conservador en Europa hubiera destituido fulminantemente a Mariano Rubio por su implicación en el caso Ibercorp.

El PSC practica un discurso progresista ante el PSOE, pero sólo de cara a la galería; su federalismo es un puro engaño. Yo admito sus elucubraciones en un seminario, pero no en un partido si su formulación está en flagrante divorcio con la praxis.

P. Hay quien quiere penalizar políticamente las denuncias de corrupción...

R. Me espanta la reacción de Pujol de querer expulsar de la política a los corruptos y a quienes utilizan la corrupción como arma política. Su postura es una amenaza para que nadie pida investigaciones. Pero me espanta más que el Gobierno proponga penalizar la difamación. Con esta propuesta, el Watergate no hubiera existido.

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