Los arrendamientos urbanos
Entiendo las nefastas consecuencias que ha tenido durante años la absurda congelación de rentas (aun cuando, al amparo de la vigente ley, el Gobierno podría haberlas actualizado), pero ello no ha de dar lugar a una reforma apresurada, sin los mínimos requisitos de seguridad jurídica, en el sentido que se pretende, de suprimir de un plumazo el derecho a la subrogación de aquellos familiares que conviven con el titular del contrato (de hecho, el anteproyecto parece centrarse exclusivamente en dicha cuestión).Con independencia de las presiones sociales con las que a diario se nos viene bombardeando, desde multitud de puntos, a efectos de la necesaria reforma de la Ley de Arrendamientos Urbanos, ello no puede conllevar el desconocimiento de derechos adquiridos al amparo de la legislación en vigor. En efecto, se plantean multitud de casos en los que la desaparición sin más del derecho a subrogación supondría la conculcación de derechos que, incluso constitucionalmente, sería flagrante. A saber:
- Los familiares con derecho a subrogación que conviven con el titular anciano se pueden ver, al fallecimiento de éste y una vez publicada la reforma pretendida, materialmente en la calle.
- Nada se contempla (y es gravísimo) en relación con los que, en la situación descrita anteriormente, además de convivir ejercen su profesión colegiada, pudiéndose dar la circunstancia de perder no sólo su vivienda, sino su sede de trabajo (que no es fácilmente sustituible).
-Nadie, por otro lado, ha controlado la subida exagerada en los precios de los pisos y locales, dejando en absoluta indefensión a los que, al amparo de su derecho a la prórroga forzosa (legítimamente adquirido y hoy todavía vigente), desestimaron la compra de uno de ellos, encontrándose en la actualidad con un mercado inaccesible a esos efectos.
Con todo respeto, estimo que la reforma habría de considerarse desde el prisma de un mínimo respeto a los derechos adquiridos, combinado con una lógica actualización de rentas, para evitar el perjuicio de muchas familias y modestos negociantes.- Enrique Manuel Rodríguez López.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.