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Los efectos del sentido

Fueron años en que la semiótica se puso de moda. Y como toda moda que se precie, tuvo su centro en París. A aquella revolución (?) del 68 se la denominó revolución semiótica porque hizo hablar a los símbolos en vez de a las ametralladoras. Fueron los afios del estructuralismo, en los que la lingüística era el paradigma de las ciencias humanas. Todo era lenguaje, todo significaba.Si moda es, como decía Coco Chanel, lo que se pasa de moda, aquella disciplina, la semiótica, ya fuera de moda empezó a sufrir los embites de las nuevas modas; la moda anterior siempre es horrible, produce disgusto del mismo modo que la moda actual, Ip su presente dilatado y vengativo, fascina y se acepta como una especie de sublime menor.

Fáciles bromas de tertulia, parodias no menos fáciles sefialaban el exceso de metalenguaje al que se reducirá al hacer semiótico (para otros una especie de inteligencia artificial de las cosas ya sabidas); así, Cervantes ya no era Cervantes, sino una "instancia formal de la enunciación", el destinatario un enunciatario o narrativo, una nación, "un actante colectivo"...

En aquellos años, corría el 1966, un lingüista lexicógrafo de origen lituano, Algirdas Julien Greimas, publicaba Semántica estructural, al que seguiría Del sentido y otras obras fundamentales en el análisis textual. Mientras que en Barthes, o mejor en la escritura de Barthes, se aprendía un modo personal e irrepetible, a veces impresionista, a veces genial, en lo que él gustaba llamar el "placer del texto"; en Greimas, que iba trabajando silenciosamente construyendo un sistema -abierto-, se aprendía un modelo -lógico- para la descripción de los textos.

Nadie podrá imitar a Barthes, y quienes lo intentaron incurrieron en el grave delito de la cursilería. Greimas creó fuera de todo effet d'ecriture una escuela.

La lingüística había enseñado que la frase más simple es ya un pequeño drama. Greimas, conciliando el análisis del discurso con las teorías narratológicas, demostró que cualquier discurso está organizado en forma narrativa. Al principio, fue la narración. Tanto una lengua natural como un dibujo o un filme tienen las mismas posibilidades de manifestar una organización narrativa, y en un cierto nivel de abstracción las estructuras narrativas de culturas diversas presentan extraordinarias semejanzas. Greimas trata de indagar cómo puede ser pensable, más allá de la manifestación elegida para expresarlo, una forma de organización del sentido. Se trata, en definitiva, de interrogar los sistemas de significación y los efectos de sentido.

Ya sabíamos por el viejo formalismo que el relato, el cuento, la fábula puede ser visto como concatenación, combinación de acciones. Más allá de tales formalismos Greimas y sus procedimientos metodológicos han indagado los últimos años en los efectos de esas acciones, es decir, las pasiones (por cierto, tema que parece ahora estar de moda entre filósofos economistas y científicos sociales).

Greimas ha muerto, recientemente, a los 75 años; con él desaparece un auténtico maestro que nos deja, sin embargo, un abierto proyecto de investigación de largo respiro y una metodología para las ciencias humanas. Metodología a la que, entre otros, han sido sensibles personalidades tan distintas como René Thom, Ítalo Calvino o Paul Ricoeur, y todo aquel que, fuera de toda moda, esté interesado en saber leer un texto y describir los efectos del sentido.

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