"Necesito 1.000 fusiles"
Las unidades militares, suministradoras clandestinas de armamento
"Si necesito 1.000 fusiles, puedo conseguirlos. Hoy es más fácil que antes comprar armas en Moscú. Las armas vienen, fundamentalmente, de las unidades militares", dice Said, un empresario moscovita de 35 años y origen checheno, portador de pasaporte saudí. Desde el momento enque el presidente de Chechenia, Dzhojar Dudáiev, anunció la creación deja Guardia Nacional, ha Crecido el torrente de armas hacia esta república del Cáucaso.
El semanario Kommersant, editado en Moscú, publicó recientemente los detalles del escándalo protagonizado por unos suboficiales de la unidad N-73746, de la Región Militar de Extremo Oriente, que vendieron a unos representantes de la Guardia Nacional chechena un sistema secreto de lanzamisiles que dispara proyectiles rompedores a una distancia de 20 kilómetros y fue comprado por 1,5 millones de rublos (1,5 millones de pesetas) y luego enviado a los soldados de la guardia de Dudáiev, que parece prepararse en serio para una eventual guerra caucasiana.El 6 de enero le presentaron a Dudáiev la primera metralleta hecha por la fábrica de armas Borz (Lobo) de Grozni, de la capital chechena, parecida por sus características técnicas a la metralleta Uzi de producción israelí. Y el 9 de enero Chechenia anunció la creación de sus propias Fuerzas Aéreas.
Pero Chechenia es sólo uno, y no el más importante, entre los mercados de venta de armas en lo que antes fuera la URSS. Hoy consumen la parte leonina de armas de infantería y municiones las zonas que son escenario de conflictos armados locales en Georgia, Osetia del Sur, Nagorni Karabaj.
Nadie ha calculado jamás el número de armas -desde las escopetas de caza hasta las metralletas Kaláshnikov- que se han usado en estos conflictos; semejantes estadísticas no existen, dada la ilegalidad de los suministros de armas, pero se puede suponer sin mucho riesgo que se trata de varias decenas de miles de cañones. Sólo en territorio de Rusia, según datos de su Ministerio del Inte rior, se están buscando actualmente unas 11.000 armas de fuego desaparecidas. Una cantidad no menor se busca también en territorio de otras ex repúblicas soviéticas.
El Ejército sigue siendo el principal, suministrador de armas de fuego livianas a las zonas de conflictos armados. La activa venta de armas del Ejér cito comenzó con la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán, cuando un enorme torrente de armas no registradas o dadas de baja entró por la frontera sur de la URSS.
Una situación análogas e dio también durante la retirada de tropas desde el territorio de los países que antes integraban el Pacto de Varsovia. No sólo vendieron material de guerra y armas a la población local, sino que los trasladaron a la URSS para su posterior venta.
Un negocio arriesgado
Hoy día, cuando el sueldo no solamente de soldados rasos, sino también de oficiales, va muy a la zaga de los precios de mercado, muchos militares no prescinden de la posibilidad de dedicarse al arriesgado negocio de vender armas. En lo fundamental, se dedican a ello los oficiales de rangos inferiores, cuyos sueldos no superan, por lo general, los 700 rublos al mes. Al mismo tiempo, tienen un acceso prácticamente ilimitado a los depósitos de armas, y a menudo aprovechan, obteniendo grandes beneficios, el imperfecto sistema de registro, conservación y cancelación de armas.
En noviembre de 1991, en el mercado negro de Moscú, una pistola Makárov costaba entre 5.000 y 6.000 rublos, y una metralleta Makárov, entre 12.000 y 15.000. Ya en enero, estos precios se doblaron. Por lo que la venta de una sola pistola puede reportarle a un oficial el ingreso equivalente a 20 sueldos mensuales. Esto se refiere más bien a las tropas acantonadas en territorios de Rusia, Ucrania o Bielorrusia, mientras que en los focos de tensión de lo que antes fuera la URSS, especialmente en el Cáucaso, son cada vez más frecuentes los ataques contra soldados armados, y hasta contra unidades militares, para obtener armas.
Pero el Ejército no es el único suministrador de armas a los delincuentes y a los grupos caucasianos en pugna. En la ciudad rusa de Kovrov acaba de concluir un juicio sobre el robo de cuatro ametralladoras pesadas Degtiariov, de cañones estriados y pistolas lanzacohetes, montados y sustraídos por los propios obreros de la fábrica mecánica de esta ciudad, que luego los enviaron a Nagorni Karabaj por mediación de revendedores armenios.
Pese al riguroso control, una parte de las armas, o a menudo sólo de cañones, se filtran a través de las puertas fabriles al mercado negro. No en vano los vendedores de armas opinan que los mejores mercados de fusiles de cañón liso se encuentran hoy en las ciudades productoras de estas armas: Izhevsk y Tula.
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