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Craxi y Occhetto, en pie de guerra

La unidad de la izquierda italiana tendrá que esperar tiempos mejores, ya que socialistas y ex comunistas se han declarado la guerra abierta al comenzar ayer la campaña para las elecciones del 5 de abril. Los democristianos aprovechan la coyuntura mediante el envío de señales ambiguas a ambos partidos. Se habla poco, en cambio, de la Liga Lombarda, aun siendo ésta la verdadera amenaza para las tres formaciones mayoritarias.

Bettino Craxi, el líder del Partido Socialista Italiano (PSI), asegura que en el nuevo Gobierno no habrá cabida para el Partido Democrático de la Izquierda (PDS), depositario de la herencia mayoritaria comunista. AchIlle Occhetto, secretario del PDS, tacha a Craxi por esta razón de "antisocialista". Pero lo que le duele de verdad es el goteo de dirigentes del PDS hacia el PSI.La Democracia Cristiana (DC) juega con doble baraja. Coincide con Craxi en excluir virtualmente al PDS del nuevo acuerdo de mayoría, pero sugiere que podría apoyarse en los ex comunistas para dirigir la reforma del sistema durante la próxima legislatura. De hecho, DC y PDS han iniciado esta campaña unidos por el objetivo común de que se apruebe una ley sobre la objeción de conciencia antes de la cita con las urnas.

La DC propone que la ley electoral incluya un premio de mayoría que reforzaría mucho sus filas, en detrimento de las socialistas. La alternativa de Craxi es introducir un umbral mínimo de votos para acceder a las cámaras, lo que impediría la emergencia de fenómenos, como la Liga Lombarda.

Los resultados de la Liga tras la espectacular cuota de más del 20% que esa fórmación antipartidos logró en los comicios locales de diciembre en Brescia, son la gran incógnita que da a la convocatoria electoral del 5 de abril un interés muy superior a las dos últimas legislativas celebradas en Italia. Si la Liga alcanzara el 10% de votos que su atrabiliario líder, Umberto Bossi, vaticina, el castigo de los electores se dejaría sentir en los porcentajes de los tres grandes grupos.

Por debajo del 14%, el PSI se vería abocado a una grave crisis que amenazaría la supervivencia política de Craxi. Occhetto es consciente de que el 17% marca no sólo el límite de su permanencia en la secretaría del PDS, sino el futuro de la herencia comunista. Una caída por debajo del 30% sería el fin de Arnaldo Forlani, el secretario de la DC, y el probable comienzo de una diáspora democristiana que alteraría radicalmente el mapa político de Italia desde la posguerra.

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