El Congreso Mundial de Parques pide más inversiones en ecología
"La ayuda financiera a los países en vías de desarrollo para fines del medio ambiente es la mejor inversión que pueden hacer los países ricos para asegurar su futuro". Así de claro fue el canadiense Maurice Strong, secretario general de la cumbre de la Tierra, que tendrá lugar en Río de Janeiro en el mes de junio, poco antes de la clausura del Congreso Mundial de Parques Nacionales y Áreas Protegidas que se ha celebrado durante dos semanas en Caracas. Sus palabras parecían dar la razón a algunos suspicaces conservacionistas latinoamericanos, para, los que el repentino interés del Norte por las riquezas biológicas del Sur se debe a que no quieren que desaparezcan antes de poder explotarlas, como, en su opinión, han hecho tradicionalmente.El temor a la utilización de los recursos genéticos contenidos en las especies vegetales y animales salvajes de los países en vías de desarrollo por las multinacionales de la farmacia y la alimentación se vio reflejado en la Declaración de Caracas, el resumen de principios del congreso. Varios párrafos, modificados en este sentido en la última sesión plenaria con la reticencia del comité directivo de los organizadores, señalan la necesidaj, de que la industria, especialmente las corporaciones multinacionales, aseguren que toda explotación o aprovechamiento de la biodiversidad se ciña a los rigurosos controles que establezca el Estado soberano correspondiente y que existan instrumentos legales para conservar la biodiversidad.
Ricos y pobres
Para Strong, las razones son diferentes. A pesar de que "los ricos nunca se han sentido tan pobres ni tan reacios a ayudar", las pruebas son concluyentes, en su opinión. "El cáncer del planeta está muy desarrollado y el futuro de los países industrializados se basa en objetivos que no se pueden cumplir sin la cooperación de los no desarrollados". Convertirlos en socios reales en la gerencia del planeta, haciéndoles aceptar nuevas responsabilidades, es la única solución.
En su preámbulo, los firmantes de la Declaración, unos 1.700 profesionales y conservacionistas, recuerdan que la naturaleza está siendo devastada a un ritmo sin precedentes por el crecimiento de la población humana, el consumo excesivo de los recursos naturales y los modelos errados de desarrollo, de forma que el futuro de la humanidad está amenazado. Parte de esta devastación afecta al bosque tropical.
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