Maniobras dilatorias
EL PRESIDENTE surafricano, De Klerk, ha perdido un diputado a manos del Partido Conservador, la extrema derecha racista, en la elección para la renovación del escaño de Potchefstroom, en unos comicios aún reservados exclusivamente a los blancos. En un momento en el que no ha hecho más que empezar el proceso constitucional de abolición del apartheid, la cuestión tendría poca importancia si sólo representa ra la pérdida de un parlamentario por una mayoría -la del Partido Nacionat- que dentro de poco será de todos modos superflua. Pero no es irrelevante si se considera que refuerza la posición de los racistas sur africanos, que no se dan por vencidos en su lucha por mantener la injusta supremacía racial. Los conservadores han exigido la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones, lo que es un contrasentido, porque la mayoría del Partido Nacional, que encabeza De Klerk, no está amenazada.Pero el presidente, embarcado ya irreversiblemente en el desmantelamiento del apartheid, ha contestado al revés electoral con una maniobra hábil y peligrosa: el anuncio de convocar un referéndum en el que se preguntará, una vez más exclusivamente a la población blanca, si está dispuesta a arriesgarse a dejar el futuro del país en manos de un partido decidido a obstaculizar el curso de la historia y a enfrentarse con la población de color. Anunciará la fecha próximamente y la consulta tendrá sin duda lugar antes de final de marzo, momento en que deberá reunirse nuevamente la conferencia constitucional que celebran los representantes de toda la población (CODESA).
De Klerk debería haberse abstenido de hacer nada. Sabe que quienes pretenden mantener vivo el sistema van a intentar poner todas las trabas posibles a su desmantelamiento y, como todos los reformadores, da demasiada importancia a la resistencia al cambio. Debería haber esperado a la celebración de la conferencia constitucional. Dicho todo lo cual, ¿por qué un referéndum y no unas elecciones generales? Ha debido de pensar que unos comicios serían más arriesgados y más fáciles de perder.
El referéndum propuesto por el presidente es un órdago a la minoría blanca más reaccionaria. De Klerk pretende justificar la consulta como un trámite con el que resolver una dificultad surgida exclusivamente en el seno de la minoría blanca como cuestión previa a la continuación del proceso de paz encarnado en CODESA 2. Envía así el mensaje de que, para el Partido Nacional, la pérdida de la consulta conducirá a una guerra civil al provocar la dimisión del presidente, la convocatoria de elecciones generales y, eventualmente, el control político de Suráfrica por los extremistas. Y, por otra parte, es evidente.que una elección general limitada a los blancos sería absolutamente inviable en este momento.
El Congreso Nacional Africano (el ANC de Nelson Mandela, partido negro minoritario que dirige la negoci . ación política con De Klerk) rechaza la convocatoria porque no puede admitir que, una vez más, se celebre una consulta en la que se excluye a la aplastante mayoría de color. Sin embargo, Mandela ha sido prudente en su crítica, probablemente porque sabía que era inevitable algún tipo de enfrentamiento global en el seno de la minoría blanca antes de que se pudiera proseguir con la negociación constitucional. Ello no impide que el ANC se oponga a referendos celebrados separadamente para cada etnia, no sólo porque cree que las cuestiones generales deben ser decididas por toda la población, sino porque las consultas separadas para blancos, mestizos, indios y, ahora, negros, relativizan las abismales diferencias en el peso demográfico de cada grupo.
Es posible que el referéndum anunciado por De Klerk se celebre y es probable que lo gane el Partido Nacional, pero es seguro que tendrá poca influencia en el curso de los acontecimientos. Éstos pasan, como es sabido, por CODESA y no por negociaciones y enfrentarnientos en el seno de la minoría blanca.
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