Otro manifiesto

Asombra la desfachatez de los autores del llamado Manifiesto de Oviedo (véase EL PAÍS, Educación, del 28 de enero) si se tienen en cuenta los criterios de selección del profesorado que se utilizan en nuestra Universidad, y que son de sobra conocidos:- Plaza creada específicamente para el cliente de turno, siguiendo los más curiosos criterios endogámicos.

- Oposición, sin opositores, a dicha plaza, que consiste, además de la presentación de una memoria sobre la asignatura correspondiente, en la exposición de un tema, escogido por el mal llamado opositor, ante un tribunal de amigos, presidido por el más amigo.

Por tanto, la terapia exigida desde los medios universitarios ovetenses de que los ineptos interinos de medias debemos ir a la calle por quitar los puestos de trabajo a los recién licenciados, especialmente a los de expediente académico de sobresaliente, que empiecen a aplicarla en su propia casa.

Y si, como se afirma demagógicamente, los interinos que hemos demostrado ante los tribunales de oposiciones que no servimos para el puesto desempeñado (aunque sí para trabajar durante años en las más duras circunstancias y ejerciendo las funciones más diversas) debemos abandonar la enseñanza, arrojando por la borda otros méritos indiscutibles, como el de la experiencia adquirida; también deben abandonar, asimismo, todos los numerarios de cualquier escala que día tras día demuestran ante los alumnos y ante la sociedad su ineptitud e incapacidad para la función que desempeñan. Lo que no es de extrañar, dado el sabio procedimiento utilizado para acceder a la misma.-