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El Ejército Rojo quiere situarse por encima del Estado

Las Fuerzas Armadas de la antigua Unión Soviética pretenden ser el decimosegundo miembro de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), convirtiéndose en una institución supraestatal. No sólo continúan en sus puestos altos mandos que apoyaron el golpe de Estado de agosto de 1991, sino que todas las antiguas estructuras siguen funcionando en el Ejército, y la despolitización de las Fuerzas Armadas es un mito. Éstas son algunas de las principales conclusiones de la comisión parlamentaria que investiga la intentona golpista del año pasado.La comisión, que ayer escuchó los informes sobre el papel del mando militar en el fallido golpe, constató que más que una institución estatal las Fuerzas Armadas eran un instrumento del Partido Comunista de la ex URSS, y mostró su preocupación por el papel político que los uniformados pretenden desempeñar. La creación de la Asamblea de Oficiales demuestra, según VIadímir Lopatin, vicepresidente del Comité Estatal para la Defensa, que los militares se han arrogado el derecho de actuar como una fuerza política independiente.El mariscal Yevgueni Shaposhrilkov, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la CEI, dijo que el fallido golpe había demostrado que no se debe utilizar a los militares para solucionar problemas políticos, y que ahora este uso del Ejército estaba prohibido. Al respecto, Sháposhnikov afirmó ser partidario de retirar las tropas emplazadas en Transcaucasia, concretamente en Azerbaiyán.

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"Es preferible que el Ejército se vaya a que participe en el conflicto de Nagorni Karabaj", declaró. Sháposhrilkov dio cifras de los altos mandos destituidos a raíz de la intentona golpista, y al mismo tiempo defendió a muchos generales que simplemente "cumplían órdenes", mostrándose contrario a desatar una "caza de brujas". El mariscal también defendió al ex ministro de Defensa Dmitri Yázov, quien hoy permanece en la cárcel a la espera del juicio contra los golpistas.

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