El mar, leído al revés
"Mamá, esta mañana en la clase de reeducación hemos jugado a las similitudes", le contaba a su madre Patricia, una adolescente disléxica que fue tratada por un equipo de expertos. "La profesora pronunciaba palabras y nosotros le teníamos que decir lo que nos sugerían. Al decir mar yo le contesté leche, y ¿sabes por qué?", continuó diciéndole a su madre. "No, hija, ¿por qué?", preguntó extrañada Adela P. S., una profesional liberal de 42 años. "Pues porque el mar es líquido, la leche es líquida y hay una marca que se llama RAM, que es mar leído al revés", le aclaró. "Patricia sufrió mucho en el colegio", dice su madre. "Se creía distinta a sus compañeros y para ella era muy duro ver que no aprendía como los demás. Desde que la trataron es otra y ahora está feliz estudiando en Estados Unidos".Según Sandra Marone, presidenta de la Asociación de Padres de Niños con Dislexia y Otras Dificultades de Aprendizaje (DDA), muchos niños disléxicos arrastran una gran carga de sufrimiento por su fracaso escolar. "Suelen ser muy tímidos", añade, "retraídos, se distraen con mucha facilidad en clase y también se deprimen", aunque otros niños disléxicos no se ven tan afectados por sus dificultades en el colegio, sobre todo si los padres y educadores potencian otras capacidades suyas, como la música o la pintura.
En palabras de José Antonio Portellano, profesor de Psicobiología de la Universidad Complutense de Madrid, aunque en España ya existen en la enseñanza pública los llamados equipos multiprofesionales, integrados por psicólogos, logopedas, lingüistas y otros especialistas para el tratamiento de la dislexia y de las dificultades en el aprendizaje en niños con inteligencia normal, todavía son los gabinetes de psicología, privados, los que en la gran mayoría de casos siguen ocupándose del diagnóstico y la reeducación de estos niños.
Para Portellano, el diagnóstico debe ser siempre individualizado, en tanto que la reeducación ha de hacerse en grupos de hasta seis niños, procurando que estén homogeneizados en las expresiones de su tras tomo y en las edades.
"La duración del tratamiento", indica este psicólogo, "puede oscilar entre varios meses y dos años, con una media de tres sesiones a la semana. Los resultados son muy satisfactorios y el niño no sufrirá recaídas. únicamente, que si sus mayores dificultades fueron en la lectura, jamás será ésta su fuerte ni una de sus aficiones".
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