El tráfico aumentó en el centro en un 20% en hora punta y la ciudad se taponó
En las calles de la ciudad, ayer, a las 8.15, casi no cabía un coche, La intensidad de vehículos en la almendra en ese momento batió todas las marcas registradas en este año y en los últimos meses de 1991, con un aumento del 20% sobre la media de los martes. A partir de esa hora, el centro se taponó. Las carreteras nacionales, por las que se incorporan a sus trabajos entre las seis y las once de la mañana más de 150.000 personas, reventaban. Todas soportaron largas retenciones.
La hora punta comenzó ayer antes y duró más que nunca, casi 240 minutos. Entre las 6.30 y las 10.30 el nivel de ocupación de las calles fue muy intenso. El gabinete municipal de control del tráfico calculé unos índices medios de saturación de las calzadas (ocupación de suelo por coches parados) entre las 7.00 y las 9.30 del 84%, ocho puntos por encima de un martes normal. La intensidad media (suelo ocupado por coches en marcha) fue en ese intervalo del 80%, un 20% mayor.A partir de las 8.30 la congestión en las calles del centro no permitió la incorporación de más coches. Así ocurrió en zonas como Conde de Casal, O'Donnell, Atocha, M-30 (Este-Suroeste), Castellana (nudo Norte), las avenidas del General Perón y de Ramón y Cajal, la glorieta Elíptica (Legazpi), Hermanos García Noblejas, Alcalá, y la avenida de Aragón.
También hubo zonas buenas
El gabinete municipal recomendó, a lo largo de la mañana, itinerarios alternativos sorprendentes. Calles como Serrano, Princesa, los bulevares, Alcalá (a la altura de Goya) y la Gran Vía estaban transitables. Los coches que no podían alcanzar estas vías estaban bloqueados en las carreteras nacionales de acceso. El problema, por tanto, era llegar a las zonas recomendadas.
Las retenciones en estas carreteras se prolongaron desde las 7.00 hasta las 9.30, según informó la Dirección General de Tráfico (DGT). En la N-I (Burgos) la circulación era muy lenta hasta el kilómetro 17. En la N-II (Barcelona), desde la avenida de América hasta el kilómetro 20. En la N-III (Valencia), desde el nudo con la M-40 hasta el kilómetro 7. En la N-IV (Andalucía), sólo dos kilómetros. En la N-V (Extremadura), hasta el kilómetro 18. Y en la N-VI (La Coruña), hasta el kilómetro 20.
En la M-40 se observaron tres kilómetros de atascos en el nudo Norte (durante una hora y media), cuatro en el nudo Sur (durante casi cuatro horas) y cinco a partir del enlace con la carretera de Valencia. La autovía de Toledo estuvo colapsada hasta el kilómetro 15. Un portavoz de Tráfico señaló que ante un conflicto de estas proporciones era inútil recomendar itinerarios alternativos. "No existen para cubrir la demanda que se plantea o son demasiado conocidos".
Expertos de consultorías de tráfico con implantación en Madrid calcularon que ayer, a los casi 600.000 coches que circulan por la ciudad actualmente, habría que añadir un incremento de unos 150.000, que en otras condiciones no habrían salido.
La tarde no fue mucho mejor. Entre las 13.30 y las 16.30 se registró cierta sensación de tranquilidad. A partir de esta última hora no hubo descanso. A las 19.30, la hora punta de salida que coincidió con el paro parcial vespertino del metro, las 52 zonas de Madrid que controla con sus cámaras el gabinete municipal de tráfico estaban bloqueadas. El atasco era casi general. "No hay ninguna salida hacia la periferia normal. Hace más de dos años que no sucedía algo así", comentó un portavoz.
La subida media de intensidad del tráfico, durante todo el día, se acercó al 8% cuando la media máxima que se alcanza, en las jornadas más conflictivas, no supera el 5%.
Y así hasta el viernes
"Lo peor es que la gente se piensa que esto sólo va a suceder hoy, y vamos a estar así hasta el viernes, que, como coincide con salida de fin de semana, puede ser increíble", comentó esta misma fuente.
Ayer hubo más peatones que nunca. La lucha por un taxi era desalentadora, los pilotos verdes del libre desparecieron informa Charo Nogueira. Ríos de coches atascados por todas partes. Entrecruzados en plazas como la de Atocha o Embajadores, componían un rompecabezas imposible de resolver por los escasos guardias municipales a la vista. Eso si, se escucharon menos bocinas de lo habitual: todos sabían que el atasco era irremediable. Los conductores optaron por la resignación masiva.
El panorama también se repitió en el interior de los barrios, en sus arterias principales, como la avenida de Vinateros, en Moratalaz. En la calle, en los bares, el mismo malestar, la queja unánime por las consecuencias de unos conflictos que paralizaron la capital.
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