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Humoristas iberoamericanos se insultan en Madrid

Lo que tenía que haber sido una mesa redonda sobre El humorismo gráfico en América Latina, organizada por la Sociedad Estatal V Centenario y con la participación de seis de los especialistas más internacionales iberoamericanos, terminó ayer en una guerra de insultos entre los propios humoristas y asimismo hacia el público asistente.El adjetivo "fascista" como símbolo de mayor vituperio que puede ser dicho entre intelectuales que discuten las diferencias de dos continentes y las consecuencias sociales del descubrimiento reflejadas en el humor gráfico, fue pronunciado casi con tanta frecuencia como la propia palabra humor.

Los invitados a la reunión de en la carpa que el V Centenario ha montado en Madrid, eran los argentinos Quino y Mordillo, el brasileño Ziraldo Pinto, el chileno José Palomo, el español criado en México Sergio Aragonés y, como moderador, el español Peridis, en sustitución de Miguel Gila -buen conocedor del humor a ambos lados del Atlántico-, que no pudo acudir al compromiso.

Entre el público se encontraban otros profesionales del humor como Mena, Junco o José Luis Coll. Éste último fue invitado por cortesía a participar en la mesa redonda. Si bien al comienzo las disquisiciones giraron en torno a temas como la soledad del humorista, el humor sin fronteras o la sátira política, el brasileño Ziraldo Pinto -que ha sido encarcelado en numerosas ocasiones en su país por sus denuncias en forma de chistes gráficos contra la dictadura militar-, introdujo el debate al criticar, siempre en clave de humor, las consecuencias para la sociedad latinoamericana de la ocupación europea.

"Fascista"

Lo que hubiese sido un simple debate entre la elección del humor como arma de lucha y comprometido políticamente o el humor blanco y sin fronteras, se trocó en una guerra de insultos cuando un joven espectador interpeló al moderador por cortar en varias ocasiones el discurso enfervorecido del brasileño y a José Luis Coll por descalificar, tildándolo de "demasiado fácil" el recurso al humor político.

La respuesta de José Luis Coll fue un ataque contra el asistente, al que acusó de violento y de preferir la destrucción a la creación.

Desde entonces, la acusación de "fascista", arrojada mutuamente entre Pinto y Coll, y entre este último y el público asistente, se convirtió en la tónica general del acto, en el que varias personas salieron del recinto dando un portazo tras intercambiar varios vilipendios dirigidos directamente contra José Luis Coll.

El tramo final del acto concluyó, en clave más moderada, con un pequeño discurso de Peridis, a modo de explicación de la postura que José Luis Coll había mantenido en su defensa a favor del humor blanco. En su intervención, Peridis abogó por diferenciar "el humor inteligente" y "el humor necio", argumentando que este último era la tónica general del panorama actual español, el cual parece estar sembrado en su opinión de "profesionales que aparecen en televisión criticando a la diva de turno" y "empleando el recurso más fácil del humor".

Las últimas palabras fueron para Mordillo quien, junto con Quino, Palomo y Aragonés, no quiso intervenir en la discusión desde el mismo momento en que ésta comenzó. "Al margen de todo intercambio de opiniones", concluyó Mordillo, "lo que cuenta al final es que el trabajo esté bien hecho, sea éste de la índole que sea".

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