Marruecos y el Sáhara
La carta que publica EL PAÍS el día 19 de este mes firmada por el embajador de Marruecos en España, excelentísimo señor don Azeddine Guessous, constituye una clara muestra de agresión a dos principios básicos de la información: la verdad de los he chos y la independencia en el análisis. De todos es conocido cómo EL PAÍS, desde 1975 hasta hoy, ha mantenido en su línea editorial sobre el conflicto del Sáhara un extremado cuidado en no ofender la nerviosa sensibilidad de las autoridades marroquíes.
Muy recientemente, el Parlamento Europeo ha denegado una importante línea de créditos de la CE al Reino de Marruecos precisamente por razón de las obstrucciones de este país a la misión de Naciones Unidas para la organización del referéndum de autodeterminación del Sáhara. Ello ha levantado una campaña antieuropea de extremadas proporciones en el reino alauí.
Ante estos hechos, parece que el señor embajador practica la vieja política de matar al mensajero. Es una pena que este afán de intervención en los medios de comunicación no se ejercite con la misma contundencia para informar a la opinión pública española de las irregularidades consulares practicadas por miembros de la misión diplomática marroquí en España -cobros ilegales a inmigrantes-, hechos éstos que no han merecido comentarios oficiales del señor embajador.
Los españoles no somos súbditos de su majestad el rey Hassan, y tenemos derecho a recibir informaciones objetivas y análisis críticos. Este derecho, no respetado en Marruecos, no puede ser cuestionado en nuestro país y es por ello que deseo hacer llegar mi aliento y confianza a losprofesionales del diario EL PAÍS.-
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