Jeroglíficos
Lo más excitante de este presente atiborrado de acontecimientos que estamos viviendo es que hayan desaparecido los esquemas ideológicos, las fórmulas que dirigían nuestros razonamientos del mismo modo que las antiguas plantillas rayadas de papel secante dirigían los renglones de la escritura.Ahora, en cambio, vivimos en el vértigo de tener que repensarnos la realidad día tras día, y la actualidad se nos llena de jeroglíficos morales. Mirando sólo por encima, esta semana se me ocurren tres. Uno: Fidel Castro y su último muerto, que confirma a Fidel, una vez más, como la pesadilla que acompañaba al sueño cubano. Dos: Gamsajurdia, el presidente democráticamente electo de Georgia, y la extraña y sospechosa pachorra con que todos contemplamos cómo le dan un golpe de Estado y cómo le corren a bombazos. Y tres: Argelia y el drama de una democracia condenada a morir, o bien en manos de los integristas, si llegan al poder, o bien con esta horrible chapuza a la que estamos asistiendo, con el robo violento de una victoria legal y democrática. Terrible dilema: si desde Occidente cerramos los ojos ante el abuso de la fuerza, estamos proclamando cínicamente que hay democracias de primera y de segunda; y si exigimos que se cumpla la legalidad y gobierne el FIS, quizá estemos intentando proteger la imagen de nuestras democracias a costa del terror y del sufrimiento de los otros: los adúlteros lapidados, las mujeres veladas. Y aun así, me parece, es preferible que gobierne el FIS:, porque el respeto a las reglas es la única semilla que puede hacer germinar, en el futuro, un sistema más libre en el mundo árabe. Agujetas tenemos en las neuronas, en fin, de tanto tener que darle a la cabeza para analizar la nueva realidad. Pero esto, la necesidad de ser pensantes, es desde luego una buenísima noticia.
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