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El volcán Etna amenaza a un pueblo siciliano de 7.000 habitantes

Los vulcanólogos se apasionan, los turistas burlan controles con sus cámaras de fotos y los 7.500 habitantes de Zafferana desisten de subir al Etna, a fin de no perturbar los trabajos de los soldados que han corrido a proteger su pueblo. Todo esto ha sucedido desde que el gigante siciliano, de 3.340 metros de altura, el más elevado de los, volcanes activos europeos, entró en erupción el pasado 17 de diciembre. De momento, el acontecimiento es más espectacular que dramático.

La grieta por la que sangra el Etna se abrió a una cota próxima a los 2.1900 metros, desde la que la lava lleva recorridos más de siete kilómetros. Ahora, se encuentra a un nivel próximo a los 1.500 metros y amenaza al pueblo de Zafferanal en la ladera suroriental, desde una distancia de unos, seis kilómetros.Pero la amenaza es limitada. El curso de la lava ha seguido con detalle el trazado previsto de antemano por un ordenador y, de ese modo, se sabe que, en el peor de los casos, la erupción sólo. afectará a una pequeña parte del pueblo.

Con máquinas excavadoras, el Ejército ha construidó, además, un gran terraplén que debería contener el río de fuego. "Según los estudiosos, una colada volcánica. de este tipo: suele alcanzar una longitud máxima de 12 kilómetros, y se espera que la barrera pueda acortar el recorrido en dos kilórnetros", manifestó ayer el gobernador de Catania, Domenico Salazar. El terraplén, construido en el valle de Calanna, haría así que la lava se detuviese a unos tres kilómetros de Zafferana. Ayer faltaban menos de 100 metros para el encuentro entre el fuego y su dique.

Instrumentos de precisión miden en todo momento la presión y temperatura de los gases y permiten prever cualquier recrudecimiento de la actividad del volcán, que actualmente parece descartado. "Hoy soy más optimista, La erupción proseguirá todavía durante mucho tiempo, pero el flujo constante diario de 10 metros cúbicos de lava por segundo permite pensar seriamente que no se llegará a activar el plan de evacuación", dijo ayer el vulcanólogo Franco Barberini. Acostumbrados a convivir con el Etna, los habitantes de Zafferana abordan esta erupción, -la número 135 de la historia del volcán siciliano-, en condiciones muy diversas a las de sus antepasados que en el año 1600 no tuvieron más recurso que subir con su Virgen de la Providencia hacia el cráter e implorar a la divinidad que frenara al "monstruo". Y lo consiguieron.

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