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Un reglamento que margina el arte de la lidia

Las nuevas normas amparan la inhibición de los diestros y se adaptan a la crisis de la fiesta

El anteproyecto de reglamento taurino elaborado por el Ministerio del Interior modifica el que ha estado vigente durante los últimos 30 años en aquellos artículos que afectan sustancialmente al desarrollo de la lidia, y la nueva normativa es una descarada adaptación al empobrecimiento artístico que han experimentado los festejos taurinos, precisamente a causa de la degeneración del toro de lidia y de las reiteradas inhibiciones de gran parte de los diestros en los primeros tercios.El reglamento que se va a derogar exigía a los subalternos torear a una mano, y lo hacía no por dogmatismo, sino para evitar todo tipo de capotazos inútiles, recortes y lances propios del toreo a dos manos, que reservaba en exclusiva. a los matadores. E incluso a éstos les obligaba a intervenir en quites durante el tercio de varas, por el turno que les correspondiera, y esos quites habían de ser, como mínimo, tres, pues el número mínimo de varas que constituían el tercio eran, también, tres.

El nuevo reglamento, en cambio, no obliga a los peones a torear a una mano; no obliga a nadie a torear de capa ni a efectuar quites; reduce el número mínimo de varas a una. Precisamente por no haberse aplicado debidamente el magnífico reglamento que fue aprobado en 1962 (ni en este ni en otros importantes aspectos), los peones decidieron reafizar el toreo a dos manos en todas las circunstancias, mientras la mayoría de los matadores se abstenían de intervenir en los quites, y la consecuencia ha sido que el toreo de capa ha entrado en crisis profunda.

La raíz del problema

Parecería lógico que el nuevo reglamento hubiese abordado el problema de raíz, estableciendo una normativa adecuada para la recuperación de aquellas suertes, y, sin embargo, hace precisamente todo lo contrario, que es amparar la inhibición total de los espadas en el primer tercio. Sólo parece referirse al toreo de capa cuando establece que el presidente ordenará la salida de los picadores una vez que la res haya sido fijada y probada- por el espada de turno. Pero la referencia no deja de ser interpretativa, pues el nuevo reglamento no especifica que tal prueba haya de consistir en dar un lance. De todos modos, -sea cual fuere la intención, lo único claro es que, desde el momento de la probatura hasta el último tercio, los diestros no están obligados a torear en ningún momento.Incluso es significativo que el término "torear" no figure en todo el articulado, y, en cambio, sí figura -dos veces- "probar". Aparte de la ambigüedad del término, extraño a la tauromaquia, da la sensación de que los redactores del nuevo reglamento consideran el primer tercio un mero trámite, sin contenido técnico y artístico alguno, cuyo único objetivo es quebrantar al toro y dar pistas al torero para que pueda realizar la faena de muleta. El resultado es una chapuza que a cualquier aficionado le ha de parecer inconcebible. Posiblemente este reglamento sea no ya el peor de toda la historia de la tauromaquia, sino el único que margina, irresponsablemente, los mismos fundamentos del arte de lidiar reses bravas.

Del contenido del título VI del nuevo reglamento -dedicado al desarrollo de la lidia- se deduce que las únicas obligaciones del diestro durante la corrida son las siguientes: 1. Llegar a la plaza 15 minutos antes de la hora del festejo. 2. Hacer el paseíllo y saludar al presidente. 3. Probar al toro antes de que salgan los picadores. 4. Dirigir la lidia si es el espada más antiguo de la terna; si no lo es, podrá dirigir la de su toro, en caso de que lo desee. 5. Colocarse a la izquierda del picador durante la suerte de varas. 6. Situarse detrás del banderillero o del toro (según los turnos) durante el segundo tercio. 7. Solicitar la venia del presidente antes de empezar la faena de muleta. 8. Estoquear la res que le corresponda. 9. Volver a saludar al' presidente después de su última faena. 10. No abandonar el callejón mientras actúan sus compañeros. 11. Sustituir al espada que caiga herido, si le corresponde por turno.

Cón este curioso repertorio, puede haber diestros que se pasen más tiempo saludando al presidente que toreando (y el presidente, devolviendo saludos; los cosos van a parecer Versalles), y salvo estoquear al toro, nadie podrá exigirles a los diestros ninguna otra cosa. Reglamento en mano, ninguna.

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