Animales a gran escala

Es de sobra conocido el interés de determinados galeristas convencionales por las fotografías de gran formato (con más de un metro de lado), hasta el punto de convertir la ruptura de escala en tendencia. El desconocimiento, junto a la marginación del medio en los circuitos comerciales, mezclado con una cierta dosis de tanteo del mercado, generaron una suerte de fotografía cuya única virtud es la de venderse por metros cuadrados como los papeles pintados. Así, esos retratos de fotomatón para carné de identidad realizados por Thomas Ruff o Roland Fischer, entre otros, con los que gustan empapelar las paredes de las más diversas bienales. Posiblemente si esta dinámica prospera cualquier foto, propia de un documento de identidad, libro de familia o ficha del club de alpinismo, es un potencial valor en alza.En la pasada edición de Arco, un fotógrafo noruego, Per Maning (Oslo, 1943) utilizó el macroformato con unos argumentos singulares: animales de las más variadas especies que están próximos a nosotros. En dicho contexto arremetía contra aquella tendencia, insulsa, que hieráticamente multiplicaba por 1.000 la escala de una foto de carné. Ahora, en la galería Spectrum de Zaragoza, sus retratos de animales reproducen fielmente. la estética de una ficha policial, sólo que en vez de representar el rostro de un ciudadano cualquiera, lo hacen con las formas precisas de una vaca, las de un lagarto, un rinoceronte, una foca o el pene de un perro en erección. A diferencia de aquellos rostros humanos -desproporcionado s, convocación de carta de ajuste para vender las Fidelidades técnicas de -una cámara-, estas copias producen una sensación inherente a una suerte de realismo fantástico del que emana una gran belleza.

Lo cierto es que en su producción el sobredimensionado de las ampliaciones constituye el toque que las personaliza. Una vaca pastando en un prado puede evocar la cubierta de un disco de Pink Floid, el chocolate Suchard o un folleto turístico suizo, pero la toma que Per Maning realizó en 1989, en la que aparece una de perfil y sin patas traseras, toma carta de naturaleza convirtiéndose en arquetipo de su peculiar manera dé hacer. A lo que hay que añadir una gran pericia en el uso de ópticas y positivados.

Otros autores que recientemente han tratado esta temática, como James Balog, rescataron fotográficamente de sus paraísos perdidos a los animales más diversos, haciéndoles posar y llevándolos a veces a su estudio. Los monos, elefantes y panteras que fotografió denostaban un cierto aire de incomodidad ante la cámara, propio de la pose impuesta a un novio el día de su boda. Actitud de la que carecen los espontáneos retratos de Maning.