Autores de teatro

Tras la lectura de algunas crónicas y artículos que se han publicado en estos días a propósito del "plante de la gente del teatro", relacionándolo de algún modo con el Congreso de Autores de Teatro, celebrado en San Sebastián, he observado un intento -casi subliminal- de hacer ver que los autores nos reunimos allí para pedir dinero al Ministerio de Cultura.Esto es tomar la parte por el todo; efectivamente, los autores pensamos (pienso, ya que emito opiniones a título Personal) que si hay una tarta, todos debemos poder sentarnos a la mesa y participar del banquete. Más sencillo: que el reparto de las subvenciones se haga de modo más equitativo.

Es lamentable que mientras se gastan millones en fastuosos montajes y en rimbombantes festivales, a veces con textos en idiomas que sólo las élites comprenden (?), pero que prestigian -eso sí- a algunos políticos y directores, se destinen cuatro perras para la función de algún autor español vivo. Como también resulta lastimoso que algunos popes argumenten que no hacen teatro de autores actuales españoles,.. porque no los hay, cuando nuestros textos duermen en un cajón o viajan de concurso en concurso en busca de una efímera gloria, o de las pesetillas -todo hay que decirlo- que nos permitan pagar el plazo de la lavadora.

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Lo que deseamos los autores españoles vivos, entre otras cosas, es que se nos dé una oportunidad, que se conozcan nuestros textos, que alguien se moleste en leer nuestras obras, que no se nos ignore.

El problema es bastante más complejo. Por algo estuvimos tres días reunidos en San Sebastián y espero que cuando las conclusiones finales del congreso se hagan públicas y lleguen a la prensa, ésta le dé en sus páginas el espacio que creo que merecen; ivamos ... !, como si se tratara de un problema de fútbol, por ejemplo.

Y es que nosotros, los autores, no reducimos el problema únicamente al aspecto económico; entre otras cosas porque casi todos nos hemos tenido que buscar otro medio de vida, ya que, como dijo Alberto Miralles en una reciente mesa redonda en el Ateneo, los autores que viven hoy del teatro se pueden contar con los dedos de una mano ... ¡de la mano de Cervantes!- Salvador Enríquez Muñoz.