El bueno atormentado
Terence Stamp, actor de 'El coleccionista', huye de la imagen de estrella
En los años sesenta, cuando era un joven actor londinense, Terence Stamp protagonizó El coleccionista, de William Wyler, y Teorema, de Pasolini. En los setenta dejó su carrera para viajar por India, Bali, Japón y España, vivió con una geisha, con la modelo Jean Shrimpton y con la actriz Julie Christie. Su cara de perverso, o de bueno atormentado - en la escuela fue Iago y no Otelo o Hamlet -, le convirtió en los ochenta en el malo de Superman I y II. Hoy, con 52 años, es Darman, el protagonista de Beltenebros, de Pilar Miró, un personaje que le recuerda a sí mismo, "un hombre mayor que ha cometido muchos errores".
"Darman es un hombre que se está dando cuenta de las cosas, un hombre que empieza a escuchar su propia conciencia", dice Terence Stamp, que, a pesar de su origen humilde, pone los pies sobre la mesa con aires aristocráticos. Calcetines de lana gris nuevos, pantalones de pana negros y una camisa blanca le visten con discreción. Una revista francesa le ha dado el premio al hombre mejor vestido de Europa, y él lo cuenta sonriendo, "es el humor inglés", explica.Stamp ya ha escrito sus memorias, Stamp's album, que han sido un éxito de ventas en el reino Unido. "Yo no soy una gran estrella. Mel Gibson sí lo es, pero a mí no me gustaría ser Mel Gibson. No quiero que mi vida deje de ser interesante para llegar a ser una gran estrella. Yo lo que quiero es que cada día sea nuevo y que cada canción sea diferente. Si algo me aburre o me cansa no lo hago, aunque no sea rentable", dice este hombre que no tiene televisor en su casa y que afirma emplear su tiempo en leer - ahora está con el filósofo hindú Krishriamurti - y estudiar. "Porque en los libros es donde está la sabiduría. Me gusta la austeridad porque es la única forma de no repetirse".
A pesar de sus sonados romances con bellísimas mujeres como Jaen Shrimpton y Julie Christie permanece soltero, "porque en mi casa siempre hay sitio para más de una mujer". Sefiala que nunca había encontrado a una directora de cine tan eficaz como Pilar Miró, "una directora con cabeza de hombre y estómago de mujer". La joven actriz Patsy Kensit le dio a leer el guión de Beltenebros. "Me fascinó la historia y me informé sobre Pilar Miro, quería trabajar con una directora y las referencias fueron buenas", dice. Fue él quien se ofreció a la cineasta.
La cámara y la alquimia
Pasó de ser uno de los niños mimados de los años sesenta a ser el malo de Superman I y II, en 1978 y 1981, respectivamente. "Hacer una película es tan difícil para todo el equipo que cuando estoy delante de una cámara tengo que dar todo lo que tengo", dice Stamp. "La cámara es como una mujer que te quiere y te mira, hay una alquimia especial. El precio de esa alquimia es que yo tengo que ser absolutamente honesto, dar todo lo que tengo ya sea para una mierda comercial o la película de un Eisenstein", añade.Si este actor inglés tuviera que elegir a uno de los directores con los que trabajó en los años sesenta, entre los que también se cuentan Losey y Fellini, elegiría a Wyler, con el que protagonizó en 1964 El coleccionista, para muchos la mejor interpretación de este actor. "Hoy la veo y no entiendo cómo la hice, tenía 24 años y no sabía nada. Es una historia de amor del futuro, es la obra de un gran director en sus años de madurez. Hoy día se ha demostrado que es una película muy moderna, hasta un director español ha hecho un coleccionista con risas", dice refiriéndose a Átame, de Almodóvar.
"Pasolini era un visionario, no era un director de cine. Era un poeta. Pasolini no me hablaba, sólo me decía: 'Sonríe y mueve las piernas'. Me utilizó, me engañaba colocando la cámara en un lugar y luego rodando a escondidas desde otro punto. Fue una experiencia única, pero si tuviera que elegir para trabajar con él a un director, escogería a Wyler".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.