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En colaboración conCAF

Retratar el suicidio indígena en Colombia: “Tenemos que hablar más de esto”

El fotógrafo antioqueño Santiago Mesa Rico gana un World Press Photo por una serie de imágenes que abordan las altísimas tasas de muertes autoinfligidas en los pueblos emberá

El fotógrafo Santiago Mesa.
Noor Mahtani

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Retratar la muerte no es algo nuevo en su obra. Santiago Mesa Rico (Medellín, 33 años) lleva más de una década fotografiando nota roja, conflicto y la violencia de grupos delincuenciales, primero en medios locales como el Q’hubo, La Silla Vacía, Pacifista y también en prensa internacional como EL PAÍS, Reuters y Time. Aunque siempre le interesó el suicidio, nunca se había acercado a fotografiar la muerte autoinfligida. Su propio tratamiento psiquiátrico para manejar la depresión fue el punto de partida de una investigación cocinada a fuego lento que empezó a concretarse durante la pandemia, cuando el suicidio salió de la gaveta del silencio y el tabú al que históricamente ha sido relegado. Su trabajo Jaidë , en el que se zambulle en la vida de varias familias emberá del Chocó desgarradas por este fenómeno, ha recibido este jueves el premio a la categoría sudamericana de historias, por el World Press Photo.

La comunidad Embera Dobida de Puerto Antioquia, en el Chocó, cuenta con 141 habitantes: 31 hombres, 27 mujeres y 83 niños, y fue fundada hace aproximadamente 30 años.

Sus imágenes, poéticas y luminosas, parecen tocar con delicadeza uno de los dolores que más cuesta digerir para las familias. Un pescado diminuto en una mano arrugada; alguien peinando el pelo lacio y húmedo de una joven; las casas de una comunidad sostenida por pilotes que hicieron falta tras las inundaciones; niños jugando un día de lluvia... La mirada de Mesa se acerca a la fotografía cinematográfica y al mimo de quien recuerda lo que fue y no cómo se fue. “Usé un revelado más cálido porque es un tema muy duro, precisamente. Y porque quería salirme del fotoperiodismo clásico y ese montón de reglas que nos imponen a los fotógrafos”, explica.

Bastaron unos clics para dar de frente con una realidad aterradora. En Colombia, los departamentos amazónicos del Vaupés, Guainía y Amazonas comparten el índice más alto. Mientras la tasa nacional es de cinco suicidios por cada 100.000 habitantes, en 2020 Amazonas casi quintuplicó esa cifra con una tasa de casi 24, según Así Vamos en Salud, un observatorio en Bogotá. A estas cifras siempre les acompaña un enorme subregistro, un margen invisible, pero que pesa.

Se puede llegar en lancha a la comunidad Embera Dobida de Puerto Antioquia, Chocó, por el río Bojayá. Fue fundada hace aproximadamente 30 años. El 7 de abril de 2023 se registró el primer suicidio. Yadira Birry, de 16 años, se quitó la vida. Esa misma noche, hubo tres intentos más,; hasta la fecha, se han registrado más de 15.

Esta tendencia, mantenida por la ausencia de políticas de prevención efectivas, llamó mucho la atención de este fotoperiodista, especializado en fotografía documental por la Universidad de Hannover. “En la ciudad uno tiene acceso a psiquiatras, medicinas y a apoyos. No todos, pero hay formas de llegar a ellos. Pero, ¿qué pasa cuando sucede en comunidades históricamente abandonadas y que no interesan al Estado? ¿Qué pasa cuando nadie llega allá?”, explica por teléfono el autor del libro No Pase.

Yadira Birry, de 16 años, se quitó la vida con su paruma, una tela que usaba como falda. Sus tres hermanas, María Camila Birry, Luisa Birry y Noraisi Birry, se encuentran junto a su tumba, luciendo las parumas que Yadira dejó tras su muerte.

Con esa pregunta llegó al edificio de La Rioja, en el centro de Bogotá, donde vivían muchas personas emberás desplazados por el conflicto. Esta pequeña isla dentro de la ciudad comparte también varios de los males del territorio chocoano donde también reporteó: el abandono, la violencia y el racismo. Allí conversó con dos chicas trans, Jessi y Ahitana, que habían intentado con anterioridad suicidarse. “Llegué a un edificio que para ellas era como una cárcel, sin oportunidades y en el que, además, no las aceptaban por ser trans. Eso es un cóctel para la salud mental muy fuerte”, recuerda. El hilo se fue agrandando hasta aterrizar de la mano de líderes comunitarios a Bojayá, un territorio chocoano que le permitió encontrar algunas de las respuestas y hacerse muchas más preguntas.

Allí acompañó las historias de Yadira Birry, una joven de 16 años que se quitó la vida, y Liria Cheito, que sobrevivió a un intento de suicidio el mismo día que ella. Ambas, cuenta, ilustran el intenso dolor y la desesperación en estas comunidades. Y el vacío, la culpa y el dolor que se queda a vivir en las familias, también sobrevivientes del suicidio. En Bojayá, Chocó, los datos tampoco son nada halagüeños. De 2015 a 2020 se reportaron 15 suicidios, una cifra que fue escalando con los años. Empeoró significativamente de 2021 a 2023, con 41 suicidios y más de 400 intentos. En 2024, se registraron al menos 12 casos adicionales.

Oniri Birry, de 7 años, es la hija menor de Liria Cheito, quien intentó suicidarse con su paruma el 7 de abril de 2023.

Durante los más de 30 días de reportería, Mesa fue desmontando muchos de los prejuicios y estereotipos que vienen insertados desde la ciudad. “Antes pensaba que tal vez tendrían que llegar más psicólogos y psiquiatras a las comunidades”, reconoce. Ahora, dice que tiene dudas de si la respuesta sea llevar a “gente blanca” a un territorio donde ya existen médicos locales y procesos en marcha. “Ellos tienen una cosmovisión muy diferente a la nuestra. Hablan de espíritus y de males, se curan con rezos, con bailes y trabajando la tierra”, explica. “Es complejo querer entenderlo sin cambiar la mirada o queriendo ‘ir a salvarlos’. No tiene sentido”.

Entre los prejuicios que cargaba él (y muchos) en la maleta era pensar que esas cifras de suicidio tenían que ser por la violencia histórica contra estos pueblos. “Cuando conocí a Liria me di cuenta de que el dolor que más le pesaba era la violencia machista de su marido hacia ella”, narra. El machismo, como uno de los principales desencadenantes, fue una constante en esta investigación, que no entiende de barreras geográficas y que los expertos señalan que también afecta en las ciudades.

Los procesos de las mujeres a las que retrató y el suyo propio empezaron a trenzarse. Logró poner en un espejo su propio dolor y su trabajo terapéutico, impidiendo así sentir que le era ajeno lo que capturaba con sus lentes. “Me da mucha tristeza, hubo días que llegaba muy aburrido [triste] a casa. Sobre todo porque sé que mi fotografía no va a cambiar esta realidad ni esta crisis de suicidios. Tampoco confío en que el Estado vaya a poner ahora el foco en estas comunidades, nunca creí que la fotografía tuviera ese poder. Sólo espero que se pueda seguir hablando, que empiece a estar en la agenda y que la gente no lo siga ignorando”.

Liria Cheito intentó suicidarse con su paruma, el 7 de abril de 2023, cansada del maltrato de su esposo. Es madre de tres hijos en la comunidad Embera Dobida de Puerto Antioquia, Chocó.

El teléfono 018000 112 439 atiende a las personas con conductas suicidas y sus allegados en Bogotá. Aquí puede encontrar los directorios para las demás ciudades del país. Las diferentes asociaciones de supervivientes tienen guías y protocolos de ayuda para el duelo.

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