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Nuevo plan de paz de Estados Unidos y Rusia para Ucrania, mismas propuestas escoradas contra Kiev

La Casa Blanca no se ha pronunciado aún oficialmente sobre el proyecto de 28 puntos recogido en varios medios

Macarena Vidal Liy

¿Otro intento de presionar a Ucrania para ver si finalmente cede ante Moscú, o algo más serio? La Casa Blanca guardaba silencio oficial después de que haya salido a la luz que Estados Unidos y Rusia manejan un plan de paz de 28 puntos que obliga a Kiev a aceptar condiciones durísimas para poner fin a la guerra, sin que el Kremlin parezca dar nada a cambio más que suspender sus ataques.

Tras 11 meses de tiras y aflojas, de negociaciones fallidas, cumbres mantenidas y reuniones canceladas, amenazas, golpes sobre la mesa e insultos públicos, las cosas parecen haber vuelto —o quizá nunca se fueron— al mismo punto en el que estaban allá por enero o febrero: Washington y Moscú se alinean en sus posiciones sobre la guerra y es Ucrania, el país agredido, el que acaba al pie de los caballos, presionado a aceptar un armisticio pírrico con todos los ingredientes de una derrota. La única diferencia respecto a lo que se manejaba en febrero es que ahora, al menos, no le exigen a Zelenski que además dé las gracias en público desde el Despacho Oval.

Al menos esto es lo que se deduce de lo que se ha ido filtrando sobre el supuesto acuerdo de paz que han ido tejiendo entre bambalinas los hombres de confianza de los presidentes Donald Trump y Vladímir Putin -el estadounidense Steve Witkoff y el ruso Kiril Dimitriev, respectivamente- mientras los dos líderes daban la impresión de estar más en desacuerdo que nunca tras la suspensión de su cumbre en Budapest y la imposición de nuevas sanciones de Estados Unidos contra el sector petrolero ruso.

La propuesta, según ha aparecido en varios medios estadounidenses, prevé que Ucrania ceda todo el Donbás: la provincia de Lugansk -ya casi por completo en manos de las fuerzas rusas- pero también la de Donestk, donde Ucrania aún mantiene el control de áreas estratégicas. Quedaría también definitivamente en manos rusas la península de Crimea que Moscú ocupa desde 2014. Kiev también tendría que recortar a la mitad su ejército actual, que quedaría muy desprotegido frente a Rusia: no se le dejaría contar con armamento que le permitiera alcanzar objetivos adentrados en el país vecino, ni podría contar con el despliegue de una fuerza internacional dentro de su territorio que garantizase su seguridad.

Hasta el momento, la Casa Blanca no ha confirmado ni desmentido oficialmente la existencia del proyecto. El vicejefe de Gabinete de Trump, Stephen Miller, se limitaba a indicar en declaraciones a la prensa que la paz en Ucrania “es un asunto que el presidente ha seguido poniendo al frente de nuestra política exterior: llegar a un acuerdo en la guerra entre Rusia y Ucrania, para que podamos disfrutar de paz en Europa y podamos detener la muerte y las matanzas de tantos inocentes”.

El plan de 28 puntos se ha forjado de modo similar al pergeñado por Estados Unidos para Gaza, que se ha convertido ya en ley internacional después de que el Consejo General de la ONU lo adoptara de manera oficial en su resolución 2803 el lunes pasado. Como hicieron los mediadores entonces a Hamás, el grupo radical palestino al frente de la Franja, ahora se presenta la oferta a Ucrania con el argumento, implícito en el mejor de los casos, de que no tiene alternativa.

Prevé, en cambio, dos mecanismos para reparar lo que Putin considera causas históricas de la guerra: la vuelta del ruso como idioma oficial, un estatus que ya tuvo durante la era soviética y que ahora compartiría con la lengua ucrania; y el reconocimiento del rito ruso en la práctica de la religión cristiana ortodoxa, la mayoritaria en el país.

Dado que el plan no parece contener más que las reclamaciones habituales de Rusia, que a cambio del territorio ganado y de las concesiones de Ucrania ofrecería simplemente parar los combates, no está claro por qué ahora Kiev tendría que aceptar las mismas exigencias que ha venido rechazando una y otra vez a lo largo de los tres años y medio largos de guerra. El cálculo de Washington es que el antiguo cómico, admirado como héroe en Europa, se encuentra debilitado debido a los intensos bombardeos rusos de las últimas semanas y a unos escándalos de corrupción que han empañado seriamente su imagen en el territorio nacional, por lo que no le quedaría más remedio que aceptar lo que se le ponga encima de la mesa, sea plato de gusto o no.

Tampoco está claro si la propuesta de 28 puntos es un plan formal que cuenta con el apoyo completo de la Administración o si se trata simplemente de una larga lista de deseos a negociar.

Las líneas del plan se transmitieron a Ucrania durante una reunión hace dos semanas en Miami entre Witkoff —un hombre que hasta enero carecía de experiencia alguna en el mundo de la diplomacia internacional— y el actual director del consejo de seguridad nacional del país ocupado, Ruslan Umerov. Pero la prueba del algodón vendrá en los próximos días. Tras haber llegado a la capital ucrania este miércoles, una delegación militar estadounidense tiene previsto reunirse con las autoridades ucranias, especialmente con el presidente Volodímir Zelenski, a partir de este jueves.

Según los medios estadounidenses, esta delegación, encabezada por el secretario del Ejército Dan Driscoll, viajará después a Moscú para continuar los contactos. Washington optó por enviar una representación del Pentágono ante la idea de que Rusia tomaría como más serias las propuestas si provenían de militares.

Kiev y Moscú no han mantenido negociaciones directas desde el verano pasado. Hasta ahora, los intentos por revivir la vía diplomática habían entrado en vía muerta desde la cumbre en Alaska del 15 de agosto entre Trump y Putin, que concluyó sin ninguna medida muy concreta.

Trump nunca ha escondido su impaciencia por llegar a algún tipo de acuerdo que resuelva la guerra de Ucrania, que durante la campaña electoral él había prometido resolver en su primer día de mandato. Que continúen los combates en el país ocupado es la gran mancha negra en lo que él considera un imponente blasón de pacificador de conflictos insolubles — este mismo miércoles anunciaba su implicación para resolver el conflicto en Sudán del Sur, a instancias del príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salman.

Durante un discurso este miércoles en un foro de inversión estadounidense-saudí, Trump recordaba una de sus conversaciones telefónicas con Putin, en la que el ruso le elogiaba por su papel en la resolución del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, que se remonta al desmembramiento de la Unión Soviética hace 35 años. “Le contesté, ‘no te preocupes por ello, solo déjame acabar tu dichosa guerra”, rememoraba el presidente estadounidense. “Y se va a acabar”, agregaba.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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