El desarrollo del 'periodismo de precisión' en Estados Unidos
Cuando en la primavera pasada el Instituto Nacional de Estadística (INE) español pretendía recolectar los datos del nuevo censo, muy escasas voces pudieron ser escuchadas en defensa de la cooperación ciudadana para la obtención de estadísticas rigurosas y minuciosas. Por el contrario, una ola de tercermundismo, bajo la bandera de una mal entendida salvaguarda de la privacidad, arrebató las cabezas de muchos políticos e intelectuales, instando a los ciudadanos a no revelar parte de los datos solicitados. El resultado ha sido, según noticias divulgadas en las últimas semanas, que el Instituto de Demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Federación Española de Municipios y el propio INE están alarmados ante los extraños y probablemente defectuosos datos obtenidos.En Estados Unidos, por el contrario, la realización del censo de la década de los noventa ha sido una nueva ocasión de demostrar la madurez del periódismo de precisión, con el seguimiento y análisis desde nuevos departamentos de database journalism de noticias tan espectaculares como la reducción a minoría de la población blanca en 21 de las más populosas ciudades norteamericanas.
Bajo la etiqueta de periodismo de precisión ha aparecido una nueva especialidad, a caballo entre el periodismo de investigación y el científico: toma conciencia en primer lugar de que el trabajo de los sociólogos y estadísticos es una noticia de primera magnitud. Pero da un paso más al procurar que el periodista maneje, él mismo, las técnicas estadísticas y científicas de los sociólogos.
También los sociólogos y los estadísticos pueden hacer mal su trabajo, o hacerlo con medios insuficientes. Y el perro guardián de la sociead, el periodista, debe ser capaz, asimismo en este terreno, de divulgar ante la opinión pública una descripción exacta y comprensible de lo que pasa.
Desde esta perspectiva, los principales periódicos, algunas cadenas de televisión y agencias de prensa, así como las escuelas de periodismo, se han lanzado al cruce de datos estadísticos por ordenador. Siete de los premios Pulitzer de los últimos 10 años se han conseguido mediante estas técnicas, y todo parece indicar que los reportajes mediante el seguimiento convencional de fuentes perderán toda opción en el futuro.
Los grandes, como The New York Times, Los Angeles Times, The Washington Post y USA Today, han constituido nuevas secciones internas donde un equipo de especialistas en sondeos, estadística, ciencia política e informática supervisa toda la información numérica o sociográfica que activa o pasivamente genera el periódico. Los periódicos más pequeños no van a la zaga, pues si bien no disponen del potencial económico para crear sus propias secciones de periodismo de precisión o database journalism, contratan con las escuelas de periodismo especializadas la realización de investigaciones.
El sabueso con ordenador
Los resultados comienzan a ser tan espectaculares como los siguientes: en 1987, un periodista del Pittsburg Press descubre, mediante rastreo por ordenador de dos bases de datos oficiales, que la causa desconocida de una ola de accidentes de helicóptero (12 accidentes y 23 muertos en 13 meses) se encontraba en la coincidencia de un determinado fabricante de turbinas del motor en todos ellos. Hasta ese hallazgo, luego corroborado por los ingenieros aeronáuticos, los organismos oficiales habían atribuido el 80% de los desastres a "un error del piloto".En mayo de 1988, un equipo del Atlanta Journal descubrió que los solicitantes blancos recibían cinco veces más préstamos hipotecarios de los bancos e instituciones de crédito de la ciudad de Atlanta que los negros de igual nivel de ingresos, siendo la diferencia incluso creciente cada año. Este y otra serie de datos colaterales fueron obtenidos a partir de la revisión de los informes de préstamos remitidos al Gobierno federal y archivados en el Consejo Federal de Evaluación de Instituciones Financieras. Para el control estadístico de los posibles sesgos motivados por los diferentes tipos de áreas urbanísticas implicadas se revisaron a su vez los datos poblacionales de la ciudad de la Oficina Federal del Censo, más la actualización de la Comisión Regional del Censo de Atlanta.
Por último, dos periodistas del Indianapolis Star descubrieron en junio de 1990 que la mayoría de los médicos condenados -incluso en varias ocasiones- por errores profesionales de actuación médica (medical malpractice) en el Estado de Indiana no recibían ningún tipo de reprobación o retirada de licencia ni por parte de los hospitales ni del Colegio de Médicos del Estado. Obtuvieron tales evidencias cruzando los registros de indemnizaciones por condenas judiciales del Departamento de Seguros del Estado junto con los registros del Colegio de Médicos y hospitales.
Estos y muchos otros éxitos del nuevo periodismo de precisión en EE UU no pueden ocultarnos dos diferencias importantes de la sociedad española, con vistas a aplicar aquí sus estrategias.
En primer lugar, carecemos de la madurez estadística de EE UU, donde todo tipo de instituciones, públicas y privadas, elaboran registros estadísticos de sus actividades, recopiladas en soporte informático.
En segundo lugar, chocamos con las dificultades legales de acceso a las bases de datos. Mientras aquí los proyectos de nueva legislación parecen dirigirse al refuerzo de la opacidad de la Administración, en aras de una mal entendida defensa de la privacidad de los individuos, en Estados Unidos la Freedom of -Information Act obliga a todas las oficinas de la Administración a facilitar todas las bases de datos existentes. Se entiende allí que ningún interés privado puede ser superior a la necesidad de supervisar y descubrir información de interés público, y resulta corriente, por ejemplo, que todos los periódicos dispongan de los archivos completos dé los permisos de conducir de cada Estado, o que se publiquen sin ningún miramiento las listas de los 20 contribuyentes más fuertes de la Hacienda de cada Estado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.