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Defensa autoriza a Israel a participar en un programa secreto de guerra electrónica

Miguel González

El Ministerio de Defensa ha encargado a la firma israelí Israel Aircraft Industries (IAI) que, junto con las empresas españolas Ceselsa e Inisel, presente una oferta para el programa Santiago, un proyecto secreto del Ejército del Aire destinado a equipar a un Boeing 707 con sistemas de guerra electrónica. Esta decisión evidencia el grado de confianza al que han llegado las relaciones entre los dos países en uno de los campos más sensibles de la Defensa.

La petición de oferta que se ha transmitido a la firma israelí supone un drástico cambio en la posición del Ministerio de Defensa, que el 8 de marzo de este año afirmaba en una nota oficial: "Dadas las especiales características del programa, sólo intervienen en el estudio en curso empresas españolas debidamente cualificadas". "Igualmente", agregaba la nota, "para su ejecución serán seleccionados contratistas españoles y, en caso necesario, suministradores europeos, aplicándose los criterios previstos en la legislación vigente".El objetivo del programa Santiago es dotar al Ejército del Aire con un avión de gran capacidad y autonomía, el B-707, equipado con sistemas de guerra electrónica, tanto pasivos como activos, cuya función consiste en detectar y perturbar las comunicaciones y los radares de un eventual adversario. Durante el conflicto del Golfo, Estados Unidos utilizó profusamente la guerra electrónica para cegar las defensas iraquíes. El presupuesto global del programa Santiago asciende a unos 10.000 millones de pesetas. La intención del Ministerio de Defensa es que las empresas españolas se beneficien de la tecnológía israelí en guerra electrónica, ya que Israel es uno de los líderes mundiales en este campo, como demostró con la invasión de Líbano en 1982. Fuentes industriales admiten, no obstante, que dependerá de la habilidad de Ceselsa e Inisel el que obtengan verdaderas contrapartidas tecnológicas o se limiten a actuar de intermediarias de su socio israelí.

El programa Santiago era el tema central de las conversaciones que el secretario de Estado de Defensa, Rafael de la Cruz, pensaba mantener durante su visita a Israel en octubre pasado, que fue suspendido por la decisión del ministro García Vargas de relevarle en vísperas del viaje.

Tras una larga disputa judicial por la modernización de los Mirage 3, Ceselsa e Israel Aircraft Industries (IAI) acordaron cooperar en proyectos españoles de guerra electrónica, empezando por el programa Sigint de inteligencia de señales, en el que la compañía israelí se llevaría 3.200 millones de pesetas (ver EL PAÍS del 25 de octubre).

El Ejército del Aire cuenta con una escuadrilla de guerra electrónica, formada por dos aviones C-212, y está equipando con dichos sistemas un Falcon Mystere del Grupo 45, lo que se considera insuficiente para garantizar el control del espacio electro-magnético. La primera información, ciertamente confusa, sobre el programa Santiago se produjo el pasado 5 de marzo, cuando EL PAÍS publicó que un B-707 era transformado en Israel para adecuarlo como centro de mando aéreo.

El Ministerio de Defensa, que se había negado a facilitar cualquier información a EL PAÍS alegando el carácter secreto del programa, reveló tres días después la compra de un cuarto B707, por nueve millones de dólares (900 millones de pesetas), "a una empresa norteamericana", en el que estaba previsto instalar un sistema de guerra electrónica.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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