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Los jóvenes epicúreos del SPD no quieren trabajar

La socialdemocracia alemana sigue sin encontrar un candidato para desbancar a Kohl

La frase atribuida al primer ministro italiano, Giulio Andreotti, de que el poder sólo desgasta a quienes no lo ostentan le va como anillo al dedo a la socialdemocracia alemana, cuya estancia en la oposición va pronto a cumplir una década. La retirada de la escena política de Hans Joachim Vogel y la elección para reemplazarle al frente del grupo parlamentario del SPD -auténtico delfinato político- de Hans Ulrich Klose han desnudado, al partido de toda apariencia de unidad y, solidez, descubriendo que los socialdemócratas carecen aún de candidato a la cancillería.

Vogel, un hombre inteligente y honesto, pero carente de carisma popular, anunció su retirada tras cumplir 65 años, precisamente la edad en que los funcionarios alemanes cuelgan sus manguitos. Porque Vogél era precisamente eso, un funcionario impecable, que nunca olvidó su condición original de maestro. Vogel, además, representaba la generación intermedia entre Willy Brandt y sus nietos, los jóvenes epicúreos, más conocidos por el clan toscano, por el hecho de que varios de entre ellos poseen propiedades en la bella región italiana.Vogel, al abandonar su puesto, propuso para el mismo a otro personaje de su mismo carisma, con la diferencia de que se trataba de una mujer. Herta DüblerGmelin, de 58 años, era vicepresidenta del grupo parlamentario del SPD y portavoz del partido en temas de Interior y Justicia. Hubiera sido la primera mujer en encabezar un grupo parlamentario en el Bundestag, y dentro del partido representaba la gran esperanza de Grupo de Trabajo de Mujeres Socialdemócratas, el ala feminista del partido.Cuando ya se daba por supuesta su elección, apareció el candidato sorpresa. Hans Ulrich Klose, de 54 años, antiguo alcalde de Hamburgo y tesorero del partido, parecía surgir de la nada, aunque enseguida se vio que era el hombre de confianza del presidente del SPD, Bjorn Engholín, y de los grandes barones como Oskar Lafontaine o Rudolf Scharping. Klose se hizo con el puesto, y lo que era una señal de clara ruptura con la herencia de Vogel levantó una tempestad interna inesperada. Una parte importante de las mujeres del SPD acusaron a sus compañeros de no haber querido elegir a Dübler-Gmelin simplemente "porque era una mujer". Lo primero que hizo Klose fue decir que su relación con Engholm "es buena y leal" dando a entender que no pensaba en la posibilidad de convertirse en candidato a la cancillería para las elecciones de 1994. Esto fue suficiente para que el propio, Engholín y el mismo partido se apresuraran a anunciar que no habría ningún candidato a canciller hasta un año antes de las elecciones.

Demasiado trabajo

"Ninguno de estos jóvenes epicúreos" comentaba recientemente un miembro del SPD que prefiere conservar el anonimato, está dispuesto a trabajar las 50 o 60 horas a la semana que exige el puesto de canciller". La mayoría de los miembros del clan toscano ha conseguido colocarse en las presidencias de pequeños länder, como el Sarre, Schleswig-Holstein o Renania-Palatinado. Lafontaine, aseguraba este socialdemócrata, "no trabaja más de 30 horas a la semana, le sobra tanto tiempo que puede incluso dedicarse a ir al museo local de Saarbrucken y cambiar los cuadros según su gusto".El problema es que entre esta generación de epicúreos, impecablemente prearada, hábil, inteligente y que se puede encontrar en una situación idónea para enfrentarse al canciller Helmut Koffl dentro de tres años, no hay un solo personaje con la ambición y la brutalidad política necesarias para emprender el camino hacia lo más alto del Estado.

"Gran partido busca candidato", titulaba recientemente el semanario Der Spiegel un artículo sobre las interioridades del SPD. El candidato podría estar en el lugar menos pensado. Según algunos, podría encontrarse en la presidencia del land de Brandeburgo y en la persona de Manfred Stolpe. Una figura austera, que, como si fuera un presagio, encabeza una coalición de socialdemócratas, liberales y verdes en un land de la ex RDA. Un ossi (del Este) como canciller, rodeado de la pléyade de brillantes toscanos, sería realmente el hombre que consiguiera la auténtica unidad alemana, dicen sus valedores.

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