_
_
_
_
Tribuna:LA ARBOLEDA PERDIDA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Isaac Peral

En la plaza llamada de lsaac Peral, en El Puerto de Santa María, había una papelería en la que, cuando chico, compraba todos mis cuadernos, tanto para escribir mis tareas escolares como para realizar mis primeros dibujos. Esa plaza, en la que se encontraba entonces el Ayuntamiento, de bellísimas araucarias y en donde se cimbrean las palmeras más altas de la ciudad, presididas por un busto del injustamente asesinado autor de una de las obras más divertidas e ingeniosas del idioma, La venganza de don Mendo, don Pedro Muñoz Seca, aún ahora conserva su ilustre nombre: plaza de Isaac Peral.Yo siempre creí, incluso después de haberme venido a vivir a Madrid, que el famoso inventor del submarino era una de las glorias de El Puerto. Mucho más tarde me enteré, con asombro, de que este hombre universal había nacido en Cartagena, la ciudad que desde siempre registra el nombre de su gloria, aunque fue en San Fernando donde vivió y desarrolló su extraordinario invento.

¡Cuántos pequeños submarinos de juguete habremos construido de muchachos para intentar hundirlos en el agua! La idea de descender al fondo del mar fue ya desde pequeño, para mis amigos y para mí, un sueño grandioso, y pasábamos parte de nuestro tiempo haciendo submarinos en miniatura, sobre todo proque creíamos con orgullo que Peral era un inventor nacido en nuestro pueblo y que por eso le habían dedicado aquella plaza.

Durante toda mi vida he llevado en mí memoria la imagen de lsaac Peral con inmensa admiración y simpatía. Ése fue el motivo de que aceptara gustoso la invitación de los murcianos de dinamita, como líricamente los llamó Miguel Hernández en aquel tembloroso poema que tantas veces he recitado, para festejar la insólita llegada a Sevilla del auténtico submarino Peral, con un recital compartido con la gran actriz Asunción Balaguer y su marido, el inimitable Francisco Rabal.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

¡Qué fantástico imaginar el recorrido del submarino, desde su jardín murciano, en el que vivía varado como un inesperado adorno, por las carreteras españolas con sus casi 50 toneladas de peso sobre el inmenso remolque de un camión, coreado y admirado por los niños de los pueblos que le vitoreaban al pasar, hasta aclarar triunfante en Sevilla, frente a la hermosísima Cartuja! Es, sin duda alguna, el personaje más sorprendente y fantástico de la Expo.

Siempre los murcianos me han dispensado una cariñosa acogida, ya desde la publicación de La Verdad, periódico que dirigía nuestro amigo Juan Guerrero Ruiz y en el que Juan Ramón Jiménez me introdujo; allí también colaboraron compañeros de mi hoy famosa generación poética. En esta ocasión, Sevilla estaba repleta de murcianos venidos para celebrar tan insólito acontecimiento. El presidente y el consejero de Cultura de la Comunidad de Murcia, el alcalde de Cartagena, el encargado del pabellón murciano, las simpatiquísimas y conversadoras nietas de lsaac Peral, junto a otros hijos ilustres, entre los que eché en falta, seguro que por su intenso trabajo, a mi amigo José Manuel Garrido, aunque sí estaba Alfonso Riera, que rompió su discreción habitual con un efusivo abrazo.

El alcalde de Cartagena me regaló un voluminoso y documentado libro titulado Isaac Peral, su obra y su tiempo, escrito por Erna Pérez de Puig, libro utilísimo, en donde he ido descubriendo, una vez más, la injusticia de la que es capaz este país con hombres como Peral, que tuvo que soportar tantas humillaciones, envidias y sabotajes por parte de sus propios compatriotas. Ha sido emocionante para mí saber que fue un navegante incansable en 32 buques de sonoros nombres: Numancia, Neptuno, Blanca, Sirena, desempeñando todo tipo de trabajos marineros hasta Regar a ser comandante del submarino que llevaba su propio apellido.

El recital, junto a Asunción y Paco, resultó casi un hermanamiento entre murcianos y andaluces, y fue recibido por el público de manera entusiasta. Para finalizar, Rabal leyó unas festivas Coplas al submarino, que él mismo había compuesto con la gracia aprendida en los trobos de su tierra. Decían así: "¿Fue en Cádiz o en Cartagena, / en El Puerto o Arsenal? / Todo ha sido una cadena: Peral nació en Cartagena, / y en El Puerto, la faena / del submarino Peral. / Pero yo a ti te conmino / y pregunto, Rafael, / en la mitad del camino, / Sevilla... ¿Dónde fue aquel / milagro del submarino? / En Cartagena o El Puerto / ¿Dónde nació la sencilla / idea de ir como un muerto, / bajo el mar y una mirilla? Lo que desde luego es cierto es que hoy se encuentra en Sevilla". Versos a los que yo añadí, con énfasis y falso aire de improvisación: "¡Qué maravilla!".

Mientras escribo este artículo de mi Arboleda recibo de improviso la visita de Hans Meinke, director del Círculo de Lectores, que nos trae una magnífica edición de mi libro A la pintura, y otra de Homenaje a la pintura, selección de versos míos manuscritos, entre los que se encuentra el poema Negro Motherwell, que escribí en 1980, ilustrados por el gran pintor norteamericano Robert Motherwell, fallecido recientemente, con el que me unía una gran amistad rebosante de admiración. Me llena de emoción, ahora que él ha desaparecido, el recibir otra vez su generosa colaboración pictórica, reproducción de los magníficos grabados que dejé guardados en mi casa de Roma en aquel voluminoso estuche de madera clara que Motherwell me envió, conocido por todos los amigos que me visitaban en la vía Garibaldi y que la persona que ocupa hoy mi casa dice no encontrar...

Copyright Rafael Alberti.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_