Europa retrasa un año la aprobación del presupuesto de sus grandes proyectos espaciales
Los ministros de 13 países europeos, reunidos desde el lunes en Múnich, alcanzaron ayer una solución de compromiso para evitar que se paralice el plan a largo plazo de las actividades espaciales. Tras dos días de negociaciones decidieron dar su visto bueno a los proyectos europeos hasta el 2005 desde el punto de vista político, pero aplazaron un año las decisiones sobre su financiación.
El acuerdo alcanzado ayer recoge en esencia la propuesta franco-alemana, hecha pública el pasado viernes, de buscar nuevas fuentes de financiación fuera de la Agencia Europea del Espacio (ESA) y de ejercer un mayor control político sobre las actividades de la agencia, dentro de un marco de austeridad presupuestaria. La única parte del plan que aprobaron finalmente ayer los ministros, es el inicio de un programa de observación de la tierra."El Consejo de Ministros pide a la ESA que en plazo de pocos meses explore las posibilidades de una mayor cooperación internacional, especialmente con la URSS", señaló el ministro español de Industria, Claudio Aranzadi, que preside la reunión. "Nada se paraliza. A finales de año se aprobará el presupuesto para el próximo y a finales de 1992, nos volveremos a reunir en España para decidir cómo y cuando se cumple el plan a largo plazo que aprobamos ahora", añadió.
Muchas cosas quedaron ayer en el aire en Múnich, en una reunión que ha revelado la crisis que vive la Europa espacial, a pesar de que se salvara la cara en el aspecto político. Nadie quiso concretar, por ejemplo, qué posibilidades de cooperación se pueden establecer en sólo un año con la URSS y Japón. Sin embargo, no faltó quien veía la base de lanzamiento soviética de Baikonur como la futura base espacial europea, compartiendo esta condición con la actual de Kourou (Guyana francesa).
Fuentes de la delegación española señalaron que la elevada cuantía del plan europeo espacial a largo plazo -cinco billones de pesetas- es demasiado dinero para comprometerse en estos momentos y de una vez, a la vista de la cambiante situación internacional. Los ministros quieren también controlar más de cerca las actividades de la ESA y han acordado hacer reuniones anuales, similares a las de programas como Eureka o el Airbus. "Los presupuestos serán plurianuales", matizó Eugenio Triana, miembro de la delegación española, "porque la industria no puede trabajar en otras condiciones, pero los países miembros desean controlar anualmente su marcha y coste".
La ESA espera que a finales de 1992, con la incorporación de la URSS, y posiblemente Japón, Europa pague menos por los proyectos más caros, los de su programa tripulado (el transbordador Hermes y los laboratorios espaciales Columbus). El compromiso financiero a largo plazo, hasta el 2005, se firmaría entonces, tanto para estos programas como para todos los demás, que incluyen los científicos, los de observación de la Tierra, los satélites de transmisión de datos y la fase final del cohete Ariane 5.
El aplazamiento de las decisiones financieras afectará poco a España, según Aranzadi, quien señaló que el objetivo es mantener el alto porcentaje actual de los retornos industriales obtenidos de la participación española de un 5% en los presupuestos generales de la ESA.
Sin embargo, decisiones como la de situar la pista de aterrizaje y otras instalaciones del Hermes en Almería y el proceso de selección de los astronautas europeos, entre ellos cinco candidatos españoles, se retrasarán previsiblemente. En el plan a largo plazo, el Hermes pasaría su ecuador técnico en 1995 y haría el vuelo de prueba en el 2002.
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