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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Pérez de Ayala

El artículo de Andrés Trapiello del pasado día 2 me llena de inquietud. AMDG es, en efecto, el lema de la Societas Iesus, pero no responde al latinajo A maior gloria Dei, sino al latín Ad majorem Dei gloriam, A mayor gloria de Dios. Los herederos de Ramón Pérez de Ayala, con quienes mantuve una larga amistad, no sólo no crearon un Índice doméstico para la gran novela del mismo título, sino que -incluso bajo el franquismo, que sí prohibió la publicación- la consideraban como una de las obras emblemáticas y definitorias del embajador de la II República.Por otra parte, como escritor que confia que la posteridad se pasme con lo que la posmodernidad ignora, otro tanto me ocurre con las tesis de Trapiello sobre la propiedad moral. Una de dos: o contemplamos la creación literaria bajo un punto de vista marxista y la consideramos como lo que es, es decir, un producto fruto de un trabajo que genera una

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plusvalía de la que se apropia el capital, o bien continuamos con la mistificación actual: es un producto de propiedad perecedera que, al cabo de unos años, pasa a formar parte del patrimonio de la humanidad. Por qué un cuadro, por ejemplo, tiene propietario por los siglos de los siglos, y una obra literaria no, responde unicamente a pactos pragmáticos del capital.

La Ley de la Propiedad Intelectual es, pues, una ley de desapropiación intelectual forzosa. Así las cosas, uno: 60 años no es una espera exagerada para poder entrar a saco en una obra ajena y que, por ejemplo la Heroica, sirva para ilustrar un spot de, yo qué sé, un detergente. Así las cosas, dos: será mejor que sea la particular casa de Bernarda Alba -con respeto por la obra de su antepasado y sus mejores intenciones, incluida la de lucrarse de ese trabajó- quien determine, mientras pueda, quién entra a saco o no y fije el precio.

Por cierto que, según Trapiello, muchos vocearían mucho, pero la pasividad de los escritoyes españoles hizo que1a Ley de la Propiedad Intelectual reconogí,Wa que es de los editores,quienes ni siquiera se plegaron al procedimiento de numerar las ediciones, método barato, que ya fue utilizado en España y se hace en otros países, y el más sencillo para evitar el fraude al autor. No echemos las culpas del sistema a los herederos, que, en fin, aunque parezca mentira, cada uno es de su padre y de su madre.- Ignacio Fontes.

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