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El Reino Unido, dispuesto a aceptar más poder para el Parlamento Europeo

Enric González

La facción antieuropea del Partido Conservador británico estaba satisfecha el lunes. John Major le había recordado al canciller alemán, Helmut Kohl, que el Reino Unido podría decir "no" en la cumbre comunitaria de Maastricht. Pero su alegría duró poco. Por la noche, el primer ministro les recordó a ellos que también podría decir "sí". Es más: proclamó que estaba dispuesto a hacer nuevas concesiones con el fin de que se firmaran los tratados sobre la unión económica y monetaria y la unión política. Y la primera concesión se produjo ayer mismo: Londres acepta que el Parlamento Europeo asuma un cierto poder.Major pronunció el lunes un discurso durante la cena ofrecida por el lord-alcalde de Londres en el que describió la próxima cumbre de Maastricht (9 y 10 de diciembre) como "un importante hito en el camino hacia una progresiva unión entre los pueblos de Europa" y expresó su confianza en que, "si todas las partes ceden", entre ellas el Reino Unido, pueda alcanzarse un acuerdo. Añadió que sería erróneo aceptar en este momento y para siempre la creación de una moneda única par a la CE, "pero sería igualmente erróneo descartar definitivamente tal posibilidad". Y enumeró nuevamente que no aceptará en ningún caso menciones a la "vocación federal europea", ni intromisiones en la política social o la de emigración, ni que Bruselas imponga la política exterior.

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Pero lo había dicho. Había conjugado el verbo "ceder". Su discurso, cuidadosamente sopesado, causó furor -a favor y en contra- dentro del Partido Conservador. Los ánimos se exaltaron aún más cuando trascendió la noticia de que, en Holanda, el ministro de Exteriores, Douglas Hurd, aceptaba al fin que el Parlamento Europeo viera incrementado su poder e incluso pudiera imponer algún tipo de veto sobre las decisiones de la Comisión Europea.

Las crecientes diferencias entre tories proeuropeos y tories antieuropeos -cuyos efectivos parlamentarios están muy parejos- se ahondan cada día y están causando graves apuros a Major. El primer ministro compareció ayer en la Cámara de los Comunes y tuvo que escuchar, desde su propio bando, agrias quejas contra su "rendición" ante el resto de los países de la CE.

Varios diputados conservadores se lanzaron a glosar el honor patrio, el espíritu imperial y el glorioso pasado, con las oportunas invocaciones a la Armada Invencible española y a la histórica, perfidia francesa, mientras Major insistía con paciencia en que estos tiempos ya no permiten orgullosos aislamientos y que, llegado el momento, firmaría en Maastricht si el tratado final "conviene a los intereses británicos".

Mientras tanto, el líder laborista, Neil Kinnock, con una amplísima sonrisa, lamentaba que "el primer ministro tenga que dedicar la mayor parte de su tiempo a apaciguar a su propio partido, en lugar de negociar con los dirigentes de la CE un tratado satisfactorio para Gran Bretaña".

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