Diálogo de sordos en el palacio de Viana
Los israelíes están eufóricos por haberse sentado con los sirios y no haber cedido ni un ápice
VÍCTOR CYGIELMAN Los israelíes no ocultaban ayer su satisfacción. Varios portavoces de la delegación israelí, desde el viceministro Benjamín Nethanyahu a Yossi Olmert, deambulaban distendidos y sonrientes por la recepción del hotel Princesa. La razón de este buen ánimo era el resultado de la negociación mantenida con Siria, unas discusiones que comenzaron bien entrada la noche del domingo y concluyeron de madrugada.
En este, maratón de palabras no se llegó a ningún acuerdo, pero el acontecimiento en sí -los sirios sentados frente a los israelíes y hablando sin intermediarios- es considerado como un éxito por los israelíes. Nethanyahu parafraseaba, con rostro resplandeciente, un dicho chino: "Es el primer paso de una larga marcha en la buena dirección". Dos horas más tarde, la delegación israelí tomaba el avión de regreso a casa.En esa noche blanca del domingo al lunes sólo los jefes de delegación tomaron la palabra. El sirio Muafat al Allaf se dirigió a los israelíes en árabe y sus palabras fueron traducidas al hebreo por un traductor sirio traído para la ocasión. "Era una traducción muy mala", dice Olmert, especialista en cuestiones sirias y arabista, que asistió a la reunión. Yossi Ben Aharon, jefe de la delegación israelí, habló en inglés. Al cabo de un rato los dos jefes de delegación ya discutían en inglés. De vez en cuando intercambiaban palabras en árabe. Durante los descansos para el café, cada delegación se recogía en una habitación diferente. Nada de confraternizar sobre un bocadillo y una taza de café solo. "El sirio estuvo muy correcto, muy cortés, durante todo el tiempo", señala Olmert, "decía la cosas más duras en un mismo tono, sin pasión".
Durante todas las horas de discusión, Muafat al Allaf, planteó la misma exigencia de diversas maneras: Israel tiene que abandonar los territorios árabes ocupados en 1967: Jerusalén oriental, Cisjordania, Gaza, el Golán. Por este orden, para dejar bien claro que Damasco no quiere empezar por arreglar la cuestión del Golán, territorio sirio, sino defender por encima de todo los intereses de los árabes y de los palestinos. Ben Aharon propuso, en cambio, empezar por examinar las modalidades de una eventual paz israelo-siria. Además, señaló, ya hemos abordado la cuestión de los problemas de Cisjordania y Gaza con la delegación jordano palestina. Un modo educado de decir a los sirios: "Ustedes no son portavoces de otros árabes en el conflicto con Israel". El jefe de la delegación siria se puso a continuación a leer parte de la resolución 242 del Consejo de Seguridad que prevé la retirada de los territorios ocupados. La reacción israelí fue preguntar por qué no se leía todo el texto de la resolución, en el que se habla también de paz y de fronteras seguras y reconocidas para todos los Estados de la región. Y así todo el rato. Un diálogo intenso, pero de sordos.
Sin líneas directas
Israel propuso que Siria establezca una línea de comunicación directa (teléfono, fax, telex) con el propósito de poder discutir con más facilidad y arreglar los problemas que puedan surgir sobre el lugar en que han de desarrollarse las negociaciones bilaterales. Ni hablar, fue la respuesta siria.
A pesar de todo, los israelíes no, estaban decepcionados. "Muy ingenuo habría que ser para pensar que los sirios podrían hacer concesiones ya", comenta un delegado israelí. Sin embargo, se ha conseguido lo esencial. Shamir ha ganado su apuesta frente a Ariel Sharon y los otros duros del Likudy de los partidos ultranacionalistas que le acusaban de haber caído en la trampa de la Conferencia de Madrid. Ha conseguido negociaciones bilaterales, sin condiciones previas, con cada uno de sus vecinos árabes.
Frente a la determinación del presidente norteamericano de hacer que las cosas se muevan en Oriente Próximo, la posición intrasigente de Shamir se convertirá en insostenible a largo plazo, pero a corto plazo el primer ministro ha jugado y ha ganado.
Otro logro importante ha sido que los sirios salen solos y debilitados del enfrentamiento de Madrid. Han tratado, en vano, de crear un frente árabe unido contra Israel. Han querido arrancar de la delegación jordano-palestina un aplazamiento de sus negociaciones con Israel. Aislados y furibundos, los sirios acudieron a Canossa, (esta vez en forma de palacio de Viana, donde les esperaban los israelíes) bajo la doble presión de James Baker y del príncipe Bander, el embajador de Arabia Saudí en la ONU, convocado a la misión por los norteamericanos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Asentamiento colonos
- Altos del Golán
- Benjamin Netanyahu
- Franja Gaza
- Declaraciones prensa
- Conferencia Madrid 1991
- El Sinaí
- Conferencia paz
- Egipto
- Siria
- Jerusalén
- Cisjordania
- Conflicto árabe-israelí
- Conflictos fronterizos
- Negociaciones paz
- Israel
- Territorios palestinos
- Proceso paz
- Geopolítica
- Fronteras
- Madrid
- Política exterior
- Oriente próximo
- Comunidad de Madrid
- Asia