Malhumorado e impaciente
ENVIADO ESPECIALRecién llegado de Madrid, malhumorado e impaciente, el primer ministro de Israel, Isaac Shamir, compareció ayer ante los periodistas en una sala especial del aeropuerto Ben Gurion. Una y otra vez insistió en que, a pesar de que los primeros contactos se hagan mañana en Madrid, las conversaciones bilaterales han de desarrollarse en Oriente Próximo. "Ya veremos cómo van las cosas", dijo, golpeando incesantemente con un pie la base del pupitre sobre el que extendió unas cuantas cuartillas que leyó en hebreo.
Cuando se le preguntó en la conferencia de prensa qué efecto le había producido la acusación del ministro sirio de Asuntos Exteriores, al recordarle su pasado terrorista, Shamir se limitó a restarle importancia e insistió en que su deseo sigue siendo la paz. "No tengo la menor duda de que Israel debe participar en ese proceso", dijo.
A la pregunta de una periodista de la televisión francesa interesada en saber cómo se había sentido Shamir en Madrid, rodeado de representantes árabes que considera sus peores enemigos, el astuto político puso ca ra de sorpresa y devolvió la pregunta de esta forma: %Sentirme? No he sentido nada. Me siento orgulloso de Israel y de los judíos".
También señaló que no ve el futuro con pesimismo, sino más bien al revés: "Lo veo esplendoroso". Pero al decir esto esbozó una sonrisa amarga, al tiempo que algunos periodistas soltaron estrepitosas carcajadas.
Cabellos revueltos
A su regreso de Madrid, Shamir ofrecía un aspecto poco tranquilizador. Tenía los cabellos revueltos, el nudo de la corbata flojo, y el ceño fruncido. Daba la imagen perfecta de hombre con cara de pocos amigos. En un momento determinado cortó la conferencia de prensa al mirar el reloj y comprobar que el comienzo del sabat -la festividad religiosa judía- ya estaba próximo y era preceptivo cesar cualquier trabajo.
Durante el día de ayer, el toque de queda siguió afectando a más de 300.000 palestinos de los territorios ocupados. A pesar de ello, las protestas contra la Conferencia de Madrid se sucedieron en diversas ciudades sin que interviniera el ejército israelí. únicamente en Ramala, donde la situación es particularmente tensa, intervinieron los soldados para frenar los enfrentamientos.
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