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Reportaje:

La pandilla de 'los Agapitos'

La abundancia de nombres poco comunes entre los personajes de la política madrileña

Gabriela Cañas

La primera vez que un alto cargo regional preguntó en los pasillos de la sede del Gobierno madrileño, en la Puerta del Sol, por su colega "el señor Ramos", nadie, ni bedeles ni secretarias ni señoras de la limpieza, supo darle razón de su paradero. Hasta que el alto cargo insistió en que buscaba al señor consejero de Presidencia. "¿Ah! ¿Agapito? Sí, está ahí, en su despacho". Agapito (Ramos) nunca ha necesitado de su apellido, y los azares del destino han querido que su carrera política coincida en el ámbito madrileño con otros nombres de pila tan relevantes e irrepetibles como el suyo.

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La primera pista

Los dos líderes vecinales que más titulares protagonizan hoy día dentro de la información local de Madrid son, sin duda, Prisciliano y Nicanor.Prisciliano (Castro) es el presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid. Nicanor (Briceño) ejerce como líder del movimiento vecinal de Villaverde que ha paralizado la construcción de un asentamiento gitano en su barrio.

Dice Agapito (Ramos) que no es fácil, ciertamente, reconciliarse con un nombre que tiene tina rima tan fácil y grosera como el suyo. Las bromas escatológicas y sexuales son también sencillas de aplicar a Prisciliano, pero esto nunca le ha quitado el sueño. De hecho, al consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid todos sus allegados le conocen por Agapo, lo que evita cualquier pareado obsceno; mientras que Castro comenta jocoso que sus amigos le llaman Simpliciano, lo cual no impide en modo alguno la resonancia final.

Pero Prisciliano (Castro) no podía llamarse de otra manera. Nació en Talayuela (Cáceres) hace 46 años, en el seno de una familia de agricultores. Él, que tiene un corpachón propio de, un bracero, como su padre, es metalúrgico y nunca se ha planteado ninguna disquisición psicológica sobre el nombre de pila. Su hermano mayor se llama Claudiano; otro hermano, Raimundo, y su madre era Natalia. Su hijo, Priscillano también, lleva con resignación" el nombre de su padre.

El psiquiatra y psicoanalista francés Jacques Lacan habría disfrutado mucho analizando el caso de este ramillete de prohombres de la región, orgullosos casi todos de sus nombres inolvidables y sonoros. Virgilio (Cano), consejero de cooperación, es uno de ellos.

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Virgilio asegura haber disfrutado siempre de la sensación de ser distinto gracias a su nombre de pila, que no a su apellido. "Me sentaba fatal que mis tías me llamaran Virgiliete, pero estaba encantado de llamarme como mi abuelo paterno, Virgilio, y como un antepasado más lejano, que al parecer era un general que participó en un pronunciamiento liberal y que fue condenado al destierro".

Encantados

Virgilio (Cano) tiene 36 años y es natural de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real). Parece especialmente consciente de la referencia literaria de su nombre, dado que -además de la política- entre sus debilidades se halla también el gusto por la escritura. En su mocedad escribía poemas que firmaba, simplemente, Virgillo. Ahora firma con un garabato y sueña con hacer una novela negra que tenga por escenario la plaza de toros de Las Ventas.

El concejal Sigfrido (Herráez) y el delegado Segismundo (Crespo) están encantados de sus nombres.

El primero es el más joven concejal del actual Ayuntamiento de Madrid. Con sólo 27 años, preside desde el pasado mes de julio la Junta de Distrito de La Latina. Segismundo (Crespo) tiene 49 años y es el delegado del Gobierno en Madrid desde la primavera pasada.

El edil, del Partido Popular, se sabe de memoria la mágica leyenda de Sigfrido, que era casi invulnerable gracias a su baño en la sangre de un dragón. Su talón de Aquiles sólo se lo confió a su valquiria amada, que le traicionó.

"Una mujer, como siempre", apostilla Sigfrido (Herráez), que enumera muchas de las ventajas de su nombre: "Nunca he necesitado el apellido. En la escuela de Arquitectura todo el mundo se acordaba de mí, y cuando me llaman por teléfono siempre sé quién puede ser según pregunten por Sigfrido, por Sigfri o por Sig". Un padrino que adoraba a Richard Wagner fue el origen de su nombre.

Por su parte, Segismundo (Crespo), ex subsecretario de Trabajo, siempre ha comentado entre los que le rodean que el suyo es un nombre sonoro, situado al margen de las modas. Su abuelo también se llamaba Segismundo, largo palabro que le permite jugar con dos posibilidades: Segis y Mundo, apodo por el que era conocido el padre de su padre.

Los abuelos ejercen una enorme influencia en cuestiones bautismales. Teófilo (Serrano), secretario de la Federación Socialista Madrileña (FSM), le debe también su nombre a su abuelo paterno, y está encantado de no ser conocido por un vulgar apelativo.

Cualquiera de los mencionados es capaz de encajar con naturalidad una broma con el nombre que les ha tocado en suerte y son capaces de reírse de los demás: "¿Va a ver a Nicanor? Toca el tambor".

Se ríe Nicanor (Briceño) por el pareado y comenta, subido encima de la basura acumulada en el asentamiento paralizado de Villaverde Bajo, que alguien le contó una vez que Nicanor significa "vencedor".

Telemadrid

La localidad madrileña de Alcalá de Henares ha resultado ser un lugar específicamente propicio para la actuación política de personas con nombres singulares. Su alcalde se llama solamente Isidro Florencio (Campos), pero junto a él se situaron Crescencio (Vicente), concejal de Hacienda; Urbano (Brihuega), responsable municipal de Educación; Anacleto (Escobar), encargado de la concejalía de Obras, y Teodoro (Escribano), en el área de Planificación. Igualmente, la plantilla de Telemadrid ha aportado a la vida pública madrileña algunos nombres extraños.

Agapito (Ramos), el consejero de Presidencia, tomó cariño enseguida a dos presentadores, con los que enseguida se sintió solidario: Hilario (Pino) y Alipio (Rodríguez). Él los llamó los Agapitos.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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