Periodistas bajo sospecha
El jefe de internacional y el dueño del 'Mirror' británico, acusados de espiar para Israel
Robert MaxweIl, uno de los empresarios de prensa más importantes del mundo, y el jefe de internacional de uno de sus periódicos, el sensacionalista Dady Mirror, podrían ser colaboradores de los servicios de espionaje israelíes. Eso asegura el periodista norteamericano Seymour Hersh en un libro publicado el pasado lunes acerca del arsenal nuclear de Israel. El libro se llama The Samson option (La alternativa Sansón), y la primera edición (25.000 ejemplares) ya se ha agotado en el Reino Unido. Tanto Maxwell como su empleado Nick Davies niegan todo.
El libro, La alternativa Sansón, es una completa investigación sobre cómo Israel ha desarrollado su arsenal nuclear. El último capítulo se dedica al caso de Mordechaí Vanunu, el ingeniero israelí que tras desertar y revelar al dominical londinense The Sunday Times valiosos datos sobre las bombas atórnicas de Tel Aviv fue secuestrado por el Mosad y trasladado a Israel, donde fue juzgado y condenado a prisión en soledad. Hersh afirma que el grupo Mirror compró a Vanunu las fotografías que certificaban su historia -lo cual nadie niega-, que el Sunday Mirror publicó que Vanunu era un farsante -está en las hemerotecas- que Maxwell entregó las fotos a la Embajada israelí en Londres -lo cual no ha sido negado- y que Nick Davie fue quien informó al Mosad so bre el escondite secreto de Va nunu. Esta última acusación contra Davies, del que se dice también que trafica con armas, y la calificación genérica de espías referida a Davies y Maxwell están hasta ahora sin probar.
El Dally Mirror contraatacó el martes. Maxwell puso en piede guerra a todos sus abogados para que frenaran la difusión del libro, amparándose en la ley antilibelo. De momento, no lo han conseguido.
MaxweIl, multimillonario,judío y laborista, ha anunciado que invertirá hasta el último penique de su fortuna, si hace falta, para demostrar la falsedad de las acusaciones de Hersh. Nick Davies, un periodista de 52 años que suele jugar al polo con el príncipe Carlos -algo que no pueden permitirse normalmente los jefes de Internacional-, dice que sólo aspira a volver a su trabajo.
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