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LA PROTESTA ASTURIANA

Una huelga tranquila

10.000 personas protestaron en Gijón, en una jornada con escasas 'notas' violentas

"Cría cuervos", comentó un militante de UGT refiriéndose al Gobierno. "Cría cuervos quítales el pantalón. de pana, dales un cochazo y te sacarán los Ojos". Estaba a punto de iniciarse la lectura del comunicado con que UGT y CC OO remataron la manifestación de más de 10.000 personas que, casi en silencio, había recorrido las calles de Gijón. De la plaza Mayor a la de Europa, trabajadores de la siderurgia -es decir, de Ensidesa- y de las industrias auxiliares, comerciantes y vecinos expresaban su protesta contra la nueva reconversión, su necesidad de una reindustrialización urgente.

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El lema era "por Asturias, por Gijón". Terminaba la mañana prácticamente sin incidentes, aunque los pocos que se produjeron, a cargo de jóvenes de la Corriente Socialista de Izquierdas, sindicato radical minoritario, se habían iniciado antes del amanecer. Quema de contenedores de basuras, algunos petardos, gritos a las fuerzas de seguridad y un solo coche atravesado en la autopista, que no pudo arder porque los organizadores de los disturbios no encontraron gasolina tiempo, fueron las únicas notas violentas de una jornada que caracterizó porque paró hasta Dios -las iglesias se cerraron- y porque los gijonenses apretaron filas en torno a su gran miedo por el futuro.Dentro de la calma reinante, las pequeñas y, en algún caso, patéticas provocaciones minoritarias tendieron a ser magnificadas por informadores ansiosos de noticias. La gran noticia, en cambio, estaba en la ciudad desierta, en la quietud.

Más ruidosos que eficaces, los chicos de Corriente Socialista de Izquierdas consiguieron quemar dos puertas del edificio (le telefónica. Los piquetes informativos, tanto de UGT como de CC OO y USO -sindicato que se adhirió a la manifestación principal-se dedicaron a acudir a. las empresas en las que se temía que se iba a sabotear la huelga. Sin embargo, tanto Hipercor como el Corte Inglés, que en el 14 D rompieron la decisión mayoritaria, estaban sin un alma, y la gente, después de montar una barricada y vigilar, tuvo que rnarcharse sin necesidad de emplearse.

"Accionistas y esquiroles"

Otro asunto fueron centros oficiales como la Delegación de Hacienda, de la que acabaron por sacar a 52 empleados, o diversas oficinas de la Seguridad Social.En la calle de Playa Real, muy cerca del mar, que tenía un color plomizo y crestas blancas, una decena de trabajadoras eventua les se arremolinaban en torno a la directora del Centro Base de Atención a Minusválidos, muy indignadas porque la cerradura del local estaba atascada con una punta de clavo y pegamento. "No hay derecho, esto es demasiado", se quejaba la señora.

De la discoteca Monza, en la esquina, salió un asturiano y empezó a cantarlas, a voz en grito: "Me cago en los capataces, accionistas y esquiroles". Entonces llegó el piquete y, muy amablemente, recordó a las enipleadas que las eventuales se teriían que ir y que no se admitía más trabajo que el mínimo pactado previamente. "Sabéis que podemos obligaros por la fuerza, pero no lo vamos a hacer", advirtió un obrero.

'Skin heads'

La manifestación de peso salía a las 12, y a esa misma hora se reunieron en la plaza de la Humedad los de Corriente Sindical de Izquierdas y sus simpatizantes, mucho menos numerosos. nes esperaban acciones más duras por su parte quedaron,defraudados. Incluso echaron, abucheándoles, a cinco skin heads que trataban de sacar taja da de la manifestación. Serían un par de miles los que recorrieron también Gijón, cruzándose en un momento dado con la demostración principal, sin que tuvieran lugar altercados.Sonaba Asturias, de Víctor Manuel, en la megafonía de la gran manifestación y la plaza de Europa estaba llena hasta desbordar. Se repetían las consignas, no demasiado brillantes, pero firmes, y la gente daba la impresión de haber simplemente empezado una carrera de fondo que va a ser larga y agotadora. "Para ellos también", dijo Avelino Martínez, electricista de Ensidesa. Entre Gijón y, alrededores 15.000 personas trabajan en la metalurgia y el triple en empresas auxiliares que dependen de ella. "No nos dejaremos jubilar, porque son los puestos de trabajo del futuro los que nos jugamos".

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