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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Congreso inmovilista

EL CUARTO congreso del Partido Comunista de Cuba, clausurado ayer, no ha confirmado las esperanzas de quienes pensaban que sería la ocasión para que Fidel Castro flexibilizara su política y diera a su régimen un carácter menos autoritario, acercándolo a los avances democráticos que progresan en todo el mundo. Ni por las formas -congreso cerrado, precedido de expulsión de periodistas y de detención de miembros de la oposición democrática- ni por el contenido -reiteración de fidelidades eternas al marxismo-leninismo y del lema "socialismo o muerte "cabe considerar el congreso como un paso hacía la adaptación de la política cubana a las nuevas condiciones del mundo de hoy.Quizá el aspecto menos preocupante sea la insistencia en la retórica numantina presentando a Cuba como baluarte inconmovible del socialismo. El cambio de la fachada puede dejarse para el final si se entra en una evolución sustancial con medidas concretas. Lo negativo del congreso es que, después de la exposición hecha por Fidel de la situación calamitosa en que se encuentra la isla, no hay propuestas capaces de remediarla. Los cambios propuestos se quedan muy cortos. En lo económico, la principal novedad es la aceptación de inversiones "capitalistas" y empresas mixtas. Eso ya existe para el turismo y reporta ingresos en divisas no despreciables. Pero su eficacia es limitada; de ningún modo es una panacea.

Sobre todo cuando Fidel ha tomado actitudes muy cerradas en casi todos los temas. La virulencia con la que ha rechazado el mercado libre campesino ha causado sorpresa, ya que tal mercado existió hasta 1986 y fue un alivio para muchos, Con la negativa de Fidel, las cosas sólo pueden empeorar. Los discursos de Fidel se alejan cada vez más de la realidad que vive el hombre de la calle. Es un fenómeno peligroso para un líder que, sí conserva un carisma indudable, concita una oposición que se extiende progresivamente por causas objetivas.

Entre las escasas reformas políticas anunciadas, la elección por sufragio directo de la Asamblea legislativa podría ser un paso muy importante, a condición de que fuese posible presentar candidatos de oposición. Pero Fidel ha limitado considerablemente estos posibles efectos al lanzar ataques furiosos contra el multipartidismo. En cuanto a los cambios en el partido comunista -menos burocracia, admisión de los creyentes religiosos-, están muy lejos de los deseos, incluso de algunos dirigentes, de renovaciones profundas. El hecho de que Fidel tomase la palabra de modo reiterado durante el congreso -con un personalismo chocante- puede reflejar cierto temor a que se hagan públicas ahora discrepancias en la dirección.

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En todo caso, la ideade algunos sectores jóvenes de una evolución del partido hacia una especie de "frente nacional", acentuando los lemas patrióticos a costa de la ortodoxia marxista, no ha avanzado en este congreso.

En un momento en que la política dura de EE UU -bloqueo a machamartillo- es puesta en cuestión por numerosos países europeos y latinoamericanos, deseosos de ayudar a una evolución gradual y poco traumática de Cuba, Castro ha hecho un congreso que favorece más bien las tesis de EE UU. No obstante, los pequeños pasos positivos que en él han aparecido pueden indicar que el deshielo se acerca. La evidencia de los hechos es tan deslumbrante que no permite cegueras eternas.

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