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Una joyera mata de tiro por la espalda a un atracador que la amenazó con una navaja

Ana Alfageme

Carmen Jiménez, dueña de una joyería del centro de Madrid, mató ayer de un solo tiro a uno de los dos atracadores que, a punta de navaja, habían robado minutos antes varias joyas del establecimiento, situado en la calle de Atocha, 18, según la policía. El fallecido es Miguel Rodríguez Cancho, de 29 años, quien recibió un disparo en la espalda con un revólver del calibre 38, y que ingresó cadáver en un hospital de Madrid. El otro atracador, José Enrique Galiano García, de 48 años, fue detenido minutos después de producirse el suceso. La crispación entre los curiosos congregados ante la pequeña joyería se reflejaba en sus frases: "Les tendrían que rebanar el cuello a todos". "Habría que matarles". "Ese ya no roba más, a no ser que atraque allá árriba".

Carmen Jiménez desayunó ayer como casi siempre, con su marido, Álvaro Anguas, en el mesón Los Artesanos del Jamón, enfrente de su pequeño establecimiento, la joyería Alvioro, dedicado a la compraventa de alhajas y de papeletas del Monte de Piedad. Serían las 10.30 cuando fue a abrir la tienda. Entonces, un hombre joven, vestido con vaqueros y cazadora clara, y otro mayor, trajeado, entraron tras ella. La policía asegura que ambos la amenazaron con navajas y le pidieron las joyas. Mientras, afuera, la pequeña alarma empezó a destellear, y Álvaro, su marido, salió corriendo del bar y gritó pidiendo ayuda. Dos policías que desayunaban en la cafetería de al lado cruzaron también la calle.Se oyó un disparo y cuando llegó ÁIvaro, uno de los delincuentes, el mayor, estaba en la puerta. El joven estaba ya en el suelo, siempre según la policía; según se deduce de la trayectoria de la bala, cuando los atracadores se llevaban ya el botín la joyera disparó sobre uno de ellos, ya de espaldas. La bala entró, según el informe médico del hospital Gregorio Marañón, por la región superior derecha de la espalda y salió por la parte izquierda de la cara anterior del tórax; un disparo "mortal de necesidad", según la policía. Ambos atracadores tenían antecedentes por delitos contra la propiedad.

"Ay, hijos míos"

Paco, un amigo de los joyeros, salió corriendo cuando oyó el tiro. Casi se mata cruzando la calle. "Encontré a Carmen", narraba después, "sentada en el suelo, diciendo '¡ay, hijos míos, ay, hijos míos!'. El atracador estaba tirado boca arriba y parecía que se estaba muriendo. Boqueaba. El otro estaba contra la pared, esposado. Me cagué de miedo cuando ví aquel navajón".

Las patrullas policiales fueron llegando, y los curiosos, relataba un testigo, soltaban frases como "habría que rebanarles el cuello a todos". O, como decía el dueño del mesón donde desayunó la pareja, "ése [por el atracador] ya no vuelve a robar, a no ser que atraque allá arriba". "No vea la cara de tranquilo que tenía aquel [en referencia a José Enrique Galiano, el atracador que resultó ileso] en el coche de la policía. Dicen que tenía un Mercedes esperando", comentaba un hombre.

Mientras Carmen declaraba ante el Grupo II Antiatracos de la Brigada de Policía Judicial, su madre preparaba macarrones y esperaba, muy, muy nerviosa, a la hija en el domicilio familiar. "Cuando me he enterado de que la niña ha matado a un hombre me he puesto fatal. Ella me ha dicho que no me preocupe, que no pasa nada. Claro, es que ella tiene licencia de armas porque ya otra vez la pusieron una pistola en la sien y se llevaron muchos millones". Y el padre de la joyera decía: "Si es que les han atracado ya tres veces".

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Los hijos adolescentes de la pareja, Natalia y Christian, llegaban, con sus mochilas chillonas, a casa a comer sin tener ni idea de lo sucedido. "Mira, es que tu madre se ha quedado con unos señores tomando una cerveza", les decía la abuela.

Versión del abogado

Poco después, sobre 15.30 de la tarde, Carmen y Álvaro salían del ascensor con aspecto de estar tranquilos. "No voy a hacer declaraciones", decía la mujer, alta, rubia y elegante, con un tono aséptico. Minutos después, los seis integrantes de la familia se disponían a comer.

Pedro Romero, el abogado de Carmen Jiménez, ofreció por la tarde el relato de su defendida. De acuerdo con esta versión, los delincuentes pidieron a Carmen que abriera la caja fuerte. La joyera estuvo durante más de diez minutos esperando la apertura de la caja de seguridad, que tiene temporizador, "con dos navajas en el cuello", decía el abogado.

Romero mantiene que el disparo no se produjo, en contra de la versión policial, estando la joyera y los delincuentes solos en el pequeño local, sino cuando llegó el marido. De cualquier forma, los atracadores ya tenían el botín en su poder. "Los delincuentes se pusieron nerviosos cuando vieron a Álvaro. Incluso se oyó un comentario: 'Mátala, mátala'. Entonces ella, en ese momento de confusión, abrió un cajón en el que tenía varias armas, cogió una y disparó".

La mujer declaró durante toda la mañana de ayer y no pasó a disposición judicial, según su abogado, aunque deberá declarar ante el juez.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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