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Crítica:CANCIÓN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¡Labordeta, no te vayas!

Con un sencillo "adiós", agitando su mano derecha, y con la mirada ni triste ni contenta, pérdida en la alborozada muchedumbre, José Antonio Labordeta se despidió del mundo de la canción. Acababa de cantar, guitarra en mano, las emblemáticas palabras de Somos y miles de gargantas habían coreado con él esa afirmación de esperanza; fue la canción idónea para rubricar una despedida emotiva y absurda como pocas.Emotiva, porque la plaza del Pilar, abarrotada, vibró con una intensidad que nada tenía de olvido, abandono o rechazo (más bien al contrario) y absurda, porque no es lógico que un país como éste, que no anda precisamente muy sobrado de creadores poéticos o musicales deje escapar con los brazos cruzados a un personaje de esta categoría.

Recital de José Antonio Labordeta

Plaza del Pilar, Zaragoza, 5 de octubre

Labordeta había afirmado días antes que dejaba la canción porque le echaban. El sábado, era imposible dar crédito a tal afirmación. Pero la realidad cotidíana supera, a veces, a los momentos culminantes. Labordeta se fue por la puerta grande, ante un público fiel y entusiasta que abarrotó la plaza, tomando posiciones desde mucho antes de comenzar el concierto, y no cesó en ningún momento de dar muestras de complicidad. Cachirulos, banderas aragonesas ondeando junto a una solitaria enseña roja con su hoz y su martillo y cientos de pegatinas con la frase Labordeta no ten baigas " (" Labordeta, no te vayas"). Incluso el ayuntamiento, a través de su concejala de cultura, pidió a Labordeta que no se marchara.

Pero la decisión estaba tomada y Labordeta planteó su recital de despedida sin aparente nostalgia, retornando canciones de sus diversas épocas, cantándolas con su energía habitual y hablando muy poco en las presentaciones. El cantante dejó a su grupo habitual para cantar tres canciones acompañado por Paco Medina, su guitarrista de los años duros. Retomó un canto de La Bullonera y aprovechó para recordar a todos los cantautores aragoneses que ya no están en activo.

Las baladas, entrañables y cargadas de poesía, se entremezclaron una vez más, tal vez la última, con esos himnos que miran siempre al futuro y con canciones de ritmos aparentemente más festivos, pero de contenido tremendamente corrosivo. Labordeta cantó con fuerza, demostrando estar en una forma inmejorable, y llevó el recital en un crescendo emotivo que estalló en un Canto a la libertad cantado por toda la plaza con las manos entrelazadas. Más parecía la algarabía emocionante de una bienvenida que la triste resaca de un adiós.

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