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Kaifu se retira del Gobierno por fracasar en la reforma del sistema político japonés

Juan Jesús Aznárez

El primer ministro japonés, Toshiki Kaifu, confirmó ayer que no presentará su candidatura a la jefatura del Partido Liberal, ni, por tanto, a presidente del Gobierno. Derribado por las facciones más poderosas de su propio partido, Kaifu pasa así a la reserva vencido por los tres ambiciosos dirigentes que vetaron cualquier reforma de un sistema electoral y político más proclive a la corrupción que a la limpieza en la disputa por un escaño parlamentario.

Toshiki Kalfu, cuyo retiro coincide con las mayores cotas de popularidad de toda su carrera, declaró que desea responsabilizarse del fracaso en la aprobación de su reforma política. El jefe del Gobierno japonés afirmó que el día 31 terminará su periodo presidencial de dos años y sus funciones al frente del Ejecutivo.La suerte de Kaifú, perteneciente a la facción más pequeña de las cinco que componen el Partido Liberal (31 escaños), quedó echada cuando el jueves perdió la confianza del poderoso grupo encabezado por el ex primer ministro Noburu Takeshita (105 escaños), hasta entonces su fundamental aliado. Kaifu recordó que se hizo cargo del,Gobierno en 1988 cuando el Partido Liberal, desgarrado por el escándalo Recruit, enfrentaba su peor crisis. "He hecho todo lo que he podido para intentar que la opinión pública recupere la confianza en la política" dijo ayer.

Ese mismo día, sus tres principales verdugos, Kiichí Miyazawa, Michio Watanabe e Hiroshi Mitsuzuka, proclamaban sus candidaturas a la sucesión del jefe de un Gobierno que nació y murió entre escándalos. Antiguos gobernantes todos ellos, resultaron alcanzados por la crisis de hace tres años, cuando se descubrió a políticos, banqueros y burócratas haciendo cola en la ventanilla de sobornos de la inmobiliaria Recrult. Mizayawa, presente en importantes carteras de varios Gobiernos, se vio obligado a dimitir en diciembre de 1988 al ser relacionado con la venta de acciones a cambio de favores políticos.

Abandonado por varios ministros, en cumplimiento de las órdenes de sus respectivos jefes de grupo, Kalfu no tuvo poder para cumplir su amenaza de convocar elecciones anticipadas en defensa de su programa. Esta amenaza desesperada intensificó, al contrario, el acoso de sus rivales, que cerraron filas contra él.

Comentaristas políticos subrayaron ayer que su retirada "no debe suponer el fin de su programa reformista".

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