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La derecha francesa intenta capitalizar la masiva protesta de los agricultores en las calles de París

El ultraderechista Jean-Marie Le Pen, el neogaullista Jacques Chirac, el liberal Valéry Giscard d'Estaing y los otros líderes de la derecha francesa se sumaron al cortejo de 150.000 campesinos y ganaderos venidos de toda Francia que recorrió ayer el centro de París. La manifestación, la más nutrida de las celebradas este año en el país, fue, según los organizadores, un "corte de mangas" de] mundo rural al Gobierno socialista francés y los "eurócratas" de Bruselas.

Cuando, a la una de la tarde, el cortejo arrancó de la plaza de la Nación, cientos de autobuses cargados de campesinos estaban aún atascados en el "periférico" o autopista de circunvalación parisiense. Un par de horas después la prefectura de París cifraba en al menos 100.000 el número de participantes en la manifestación y los organizadores hablaban de 200.000. El lema de la marcha -Bajo los adoquines, el campo- recuperaba una consigna de Mayo del 68.Unos 10.000 policías y gendarmes y 15.000 miembros del servicio de orden campesino velaban para evitar incidentes. Los ánimos de los manifestantes -angustiados por la decadencia de las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas y ganaderas- estaban muy calientes. Para arrojar leña al fuego, el Frente Nacional les había invitado a tomar al asalto la Opera Bastilla, símbolo, según los ultraderechistas, de la "izquierda caviar".

Mediada la tarde, no se habían registrado incidentes. "No somos energúmenos, pero tampoco jardineros. Si nuestra protesta de hoy cae en saco roto, la próxima vez seremos más expeditivos", aseguró un portavoz de la Federación Nacional de Sindicatos de Explotaciones Agrícolas (FNSEA), organizadora de la manifestación.

En las dos últimas décadas de este siglo, explicó ese portavoz, Francia está perdiendo la mitad de sus pequeñas y medianas explotaciones agrícolas y ganaderas. Entre otras razones, añadió, porque el Gobierno socialista "no defiende con firmeza los intereses del campo francés" en el seno del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio) y la Comunidad Europea.

Los campesinos y ganaderos comenzaron su jornada de protesta con una operación de seducción de los parisienses. Por la mañana instalaron mercadillos en todos los barrios de la capital, para ofrecer gratuitamente vinos, quesos, verduras, frutas., huevos y otros productos de sus tierras.

En el distrito sexto, un grupo de normandos explicó a los paseantes dominicales que las importaciones de productos4 lácteos, carne de vaca y animales vivos del Reino Unido y los países del Este les han sumido en "la ruina".

Tocados con gorritos, muchos con mochilas a las espaldas, acompañados de numerosos maestros y pequeños comerciantes del mundo rural, los manifestantes marcharon por la tarde detrás de grandes pancartas que decían: "No hay país sin campesinos", "Francia está perdiendo su jardín", "Alto a la desertificación del campo", "Alto a las importaciones de carne extranjera".

En silencio

Los hombres y mujeres del campo avanzaban por los grandes bulevares con rostros muy graves y, la mayoría, en silencio. Algunos repartían gavillas de trigo y ramos de flores a los parisienses, que lo agradecían con aplausos.

Louis Mermaz, el ministro socialista de Agricultura, declaró que la manifestación no iba "contra el Gobierno". "Al revés", dijo, "puede ayudarnos en nuestras negociaciones con Bruselas". El manifestante que se puso una máscara con el rostro de Mitterrand y una túnica negra con un esqueleto pintado, no parecía tener la misma opinión. Tampoco los líderes de la oposición que caminaron con los campesinos.

Giscar d'Estaing tocó el acordeón con un grupo de ellos; Chirac afirmó que la crisis de la agricultura tradicional es la de los "valores profundos de Francia"; Le Pen tuvo ocasión de denostar el 'Trío y arrogante cosmopolitismo" de los socialistas de París y los "eurócratas" de Bruselas.

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