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El 'superespía' de la RDA Markus Wolf ha sido encarcelado

Markus Misha Wolf, el jefe de los servicios de espionaje de la antigua Alemania comunista hasta 1987, se encuentra finalmente tras las rejas de una prisión alemana, a la espera de que los jueces decidan si permanece en libertad bajo fianza o espera en la cárcel hasta que la justicia alemana se ponga de acuerdo sobre su caso.Wolf se entregó el martes por la mañana en el puesto fronterizo de Bayerisch Gmain y fue interrogado en Karlsruhe. El juez decretó su libertad bajo fianza, pero el fiscal general apeló la decisión provocando su ingreso en prisión.

La llegada del famoso superespía, uno de los personajes míticos de la guerra fría, que infiltró agentes suyos en los más altos niveles de la Administración y del Gobierno de Alemania Occidental, ha levantado una polémica en todo el país entre quienes le consideran la encarnación del mal, quienes entienden su trabajo durante los últimos 40 años como "una parte más del juego político entre las dos Alemanias" y aquellos que aún van más allá y le definen como "el espejo en el que se miraban los propios servicios secretos de Bonn".

Venganza personal

El empecinamiento del fiscal general Alexander von Stahl en meter a Wolf en la cárcel, apelando contra la decisión del magistrado que vio el caso de decretar su libertad provisional bajo fianza de 50.000 marcos (tres millones de pesetas), pone en evidencia que, además del elemento político-jurídico, hay una parte muy importante de venganza personal en la actuación del Gobierno. Es evidente que Wolf no pretende escapar del país, donde se entregó voluntariamente, por lo que no es necesaria la prisión, pero Bonn quiso hacerle pasar por la humillación de la cárcel.

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Misha Wolf, de 68 años, vivió el último año en la Unión Sovietica. La semana pasada reapareció en Viena y pidió asilo político en Austria, que le fue denegado en primera instancia, sin que apelara la decisión, como podía haberlo hecho. Posteriormente, pudiendo haber sido deportado al lugar de su elección, decidió presentarse en su país. Los cargos presentados por la fiscalía de Karlsruhe contra él son de espionaje, traición y soborno, pero ninguno de ellos parece tener una sólida base jurídica, ya que no se pueden considerar delitos en relación con las leyes de la ex RDA.

Recientemente, el tribunal de Berlín que llevaba el caso contra Werner Grossmann, su sucesor en la Hauptverwaltung Aufklarung (HVA) -el servicio de espionaje de la ex RDA- se desentendió del proceso y pidió al Tribunal Constitucional de Karlsruhe que se pronunciara sobre si podía considerarse justo e imparcial tratar de diferente manera a los espías de la ex RDA que a los de Alemania Occidental.

Para mayor paradoja, el actual ministro de Justicia del Gobierno federal alemán, Klaus Kinkel, ha sido precisamente hasta hace poco el jefe del Bundesnachrichtendienst (BND), el equivalente al HVA.

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