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Gallegos del Caribe

1.500 paisanos de Manuel Fraga beberán Ribeiro con él durante su visita a Cuba

Son en su mayoría personas vencidas por los años sobre los que todavía permanecen huellas de una fortaleza física que algún día ya pasado sometieron a las mayores pruebas. Derrochan sabiduría y se expresan en una fina clave filosófica que a leguas les distingue como gallegos.

ENVIADO ESPECIAL

Unos llegaron a Cuba como aventureros, otros escaparon de España asolados por la miseria de sus tierras y la mayoría vieron en la emigración a América un camino fácil para hacer fortuna. Todos se toparon en 1959 con una revolución que, con el paso del tiempo, les dejó tal como vinieron.Ahora ilusionados, después de tanta tristeza, esperan la visita de Manuel Fraga que hoy inicia su larga visita a la isla. Por lo menos tienen asegurada ya una romería en La Habana muy similar a las que dejaron en sus pueblos de Galicia y en la que les van a ofrecer pulpo y vino de Ribeiro traído expresamente del otro lado del Atlántico. Con eso ya están contentos.

El casi nonagenario, Ángel Pérez Yáñez se dedicaba en otros tiempos al comercio y ahora vive del retiro.

Cuando se le pregunta si se considera un perjudicado de la revolución cubana, se encoge de hombros y responde lacónicamente: "Acepté lo que me ordenaron. ¡Qué remedio me quedaba!".

María del Carmen Calvo Valdés llegó a La Habana con su padre y un hermano en 1949. Ella se siente contenta en Cuba donde ha desarrollado con éxito su carrera de actriz. Cuando se le plantea si se siente libre en este país asevera enérgicamente: "Yo me siento libre en cualquier país porque me realizo".

Acontecimiento

Carlos Manuel Villa, de 71 años y natural de La Estrada, se dedicaba al comercio, profesión muy común en el gallego del medio rural que hacía las Américas sin más compañía que sus documentos, una foto familiar de sus padres y un hatillo con una camisa y dos mudas. "He tratado de vivir siempre como he podido, pero de mi esfuerzo. No le debo nada a nadie. ¿La visita de Fraga? Pues para la colonia es un acontecimiento singular. Nunca se dio nada parecido".

A sus 73 años, Jesús Barros, doctor en Derecho, es de los gallegos que nacieron en La Habana. Advierte que jamás fue militante comunista. "A Cuba llegaron en el primer tercio de este siglo medio millón de gallegos. Ahora somos 1.500, aunque si se incluyen a los hijos y nietos de los que se quedaron tras la revolución podemos hablar de 40.000 a 50.000 gallegos. ¿La revolución? Lo único que hizo conmigo fue desfavorecerme en los ingresos".

"Yo era un pobre diablo", dice Argimiro Cortés, de 91 años. "Nunca pensé tener fortuna. Vine en 1920 obligado por las circunstancias militares ya que me movilizaron para la guerra de Marruecos. La revolución la vi en un principio bien ahora, sin embargo, la veo regular".

José Antonio García Antón, de 73 años, marca la excepción frente a la prudencia y el silencio crítico hacia lo que sucede en Cuba de la mayoría de los gallegos que hoy residen en La Habana. "Yo soy ahora más que nunca un revolucionario", confiesa este gallego también nacido en la capital de la isla. "Fidel Castro es un hombre carismático".

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