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González intentará impulsar la integración europea, atascada por la ebullición en la URSS

El presidente Felipe González se dispone a emprender una serie de viajes y contactos con los principales protagonistas de la construcción europea con vistas a desatascar el proceso de la Unión Política (UP) paralizado, entre otros motivos, por la ebullición en Europa central y la Unión Soviética que absorbe la atención de los Doce según indicaron ayer fuentes diplomáticas.

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París será el viernes la primera etapa de esta ofensiva diplomática española. González tiene previsto cenar en el Palacio de El Elíseo con el presidente François Mitterrand y, a la mañana siguiente, desayunar con el presidente de la Comisión Europea, el francés Jacques Delors, al que España apoya para que obtenga un nuevo mandato, a partir de enero de 1993, al frente del Ejecutivo comunitario.El jefe del Gobierno español está pendiente además de una entrevista con la primera ministra francesa, Edith Cresson, a la que no ha vuelto a ver desde que la pasada primavera fue nombrada en su nuevo cargo.

La siguiente ronda de contactos tendrá lugar el jueves 19 con el canciller alemán, Helmut Kohl, en Bonn, donde González piensa hacer escala camino de Berlín, lugar en el que asistirá a la reunión de la Internacional Socialista. La agenda internacional de Felipe González para el resto del año está muy cargada con, por los menos, dos cumbres comunitarias en Holanda, una atlántica en Roma, tres bilaterales con los jefes de Estado o de Gobierno de Francia, Portugal e Italia y otros tantos viajes oficiales a Checoslovaquia, Argelia e Israel.

Ausente desde hace tres semanas del escenario público -intervino por última vez con motivo del fracaso del golpe de Estado en la URSS-, el presidente ha optado por retomar la iniciativa en política exterior porque comparte, probablemente, la valoración de su ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, quien la semana pasada afirmó en el Senado que la Unión Política se encontraba en una situación "peligrosísima".

El Gobierno pone ahora tanto más énfasis aún en la integración comunitaria porque, como dio a entender ayer el secretario de Estado para la CE, Carlos Westendorp, ésta es una de las vías que pueden permitir superar los problemas que acarrean el resurgimiento de los nacionalismos, no sólo en Europa oriental, sino en la misma Península Ibérica.

En opinión de la diplomacia española, la desintegración de la URSS ha acrecentado el interés de Alemania, la principal potencia de la Comunidad Europea, por estrechar lazos con su zona de influencia tradicional en Europa central, olvidándose un poco del proyecto europeo. Mientras, el otro gran protagonista de la construcción comunitaria, Francia, parece estar desorientado hasta el punto de que Mitterrand se equivocó en su valoración del golpe de Estado en la URSS.

Proyecto edulcorado

La presidencia holandesa de la CE ha sometido además a los Doce un proyecto de Unión Política que edulcora el anterior borrador elaborado por Luxemburgo, hasta el punto de que Westendorp lo comparó ayer ante la prensa con un "Acta Única bis". En varias capitales, como París, Bonn o Madrid, el texto holandés ha suscitado "severas críticas", según Westendorp. El secretario general para la CE, Javier Elorza, viajó justamente ayer a Londres para comunicarselas a su homólogo holandés.

Más aún que por su contenido, el proyecto holandés, que ha sido probablemente pactado con el Reino Unido -el socio más reacio a la UP-, preocupa a Westendorp porque apenas queda tiempo para enderezarlo de aquí a la cumbre de Maastricht, cuando, a principios de diciembre, los jefes de Estado y de Gobierno de los Doce se reúnan para, en principio, cerrar el proceso. Otro tanto ocurre con la propuesta de la presidencia sobre la Unión Económica y Monetaria que, a juzgar por la acogida que obtuvo anteayer en Bruselas, "nace muerta", según Westendorp.

Al desinterés de Alemania y a las proposiciones descafeinadas de Holanda se añade un tercer factor que complica la integración comunitaria: la presión de las jóvenes democracias de Europa central y oriental para incorporarse a la CE. En Madrid y en otras capitales se estima que la multiplicación de las llamadas a las puertas de Bruselas no debe impedir una profundización de la construcción comunitaria mientras a esas democracias huérfanas se les puede ofrecer "premios de consolación", como los nuevos acuerdos de asociación.

La dedicación de Felipe González a la situación europea fue el argumento empleado para cancelar la semana pasada el primer viaje oficial que el presidente español iba a efectuar al África subsahariana. El pasado lunes, González tenía previsto visitar Guinea Ecuatorial y, a continuación, iba a desplazarse a Angola.

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