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Actualidad de Jacques Lacan

A los 10 años de la muerte de Jacques Lacan, figura clave del psicoanálisis y pensamiento contemporáneo, el autor afirma la rabiosa actualidad de sus teorías, y recuerda cómo intelectuales y políticos franceses han descubierto que su relación con el psicoanalista cambió la concepción de sus vidas.

Se cumplen en estos días 10 años de la muerte -acaecida en París, el 9 de septiembre de Jacques Lacan, figura clave en la historia del psicoanálisis y, sin duda, en la del pensamiento contemporáneo. Omnipresente en el panorama cultural francés, ha sido objeto en España de sucesivas modas, más allá de las cuales se ha fundamentado un sólido interés por su obra, que concierne aún básicamente a los psicoanalistas, mientras que en Francia sus lectores pertenecen a campos, muy diversos del saber.Retazos de la obra de Freud circulan en calderilla desde hace muchos años a partir de términos que acuñó o que consagró, dándoles un sentido particular: el complejo de Edipo, la represión, las neurosis, el inconsciente ... ; todos ellos han pasado al lenguaje común y circulan por los entresijos de la mentalidad de nuestra época. Probablemente, lo mismo sucederá con Lacan en los próximos decenios, como sucede donde su obra ha tenido ya una mayor difusión. Sin embargo, hay algo en Lacan, en los términos que ideó para su ingente construcción conceptual, que se resiste a ese proceso de difusión y, a la vez, de vulgarización. Su fama de autor oscuro -que le valió apelativos como el Góngora del psicoanálisis- responde a cierta dificultad inicial en el acceso a su obra, debida a las peculiaridades de un estilo en el que nada es gratuito y que pretende mostrar en sus Inflexiones las articulaciones esenciales del inconsciente. Más allá de eso, la lógica que gobierna su obra tiene la sencillez de su gran consistencia y no se resiste al trabajo de un lector atento y paciente.

Como decíamos antes, los términos freudianos parecen hoy plenamente accesibles, rebosan significación y son fácilmente incorporados a multitud de discursos -noción esta tan en boga como mal empleada-, mientras que los términos lacanianos se resisten a un uso narrativo: objeto a, falta en ser, significante Amo, plus de goce... Son, ante todo, herramientas clínicas, producto de su labor de formalización de la experiencia analítica.

Retorno a Freud

Durante décadas acogió en su consulta de la Rue de Lille a una larguísima serie de analizantes: a diferencia de muchos de sus colegas, nunca rechazó casos desesperados ni problemáticos, y se mantuvo fiel a la divisa freudiana de escuchar a cada nuevo paciente como si fuera el primero. De su labor clínica nos empiezan a llegar testimonios de algunos de los notables que se recostaron en su diván. El novelista Pierre Rey añadió un título a su larga serie de best sellers con un libro, apasionante que comentamos en su día (EL PAÍS,11 de noviembre de 1990), dando cuenta del lugar central que ocupó en su vida su análisis con Lacan. Muy recientemente, otro personaje imprescindible en la vida cultural francesa, Francoise Girciud -periodista, fundadora de L'Express, escritora de éxito, que llegó a ocupar dos carteras ministeriales durante el mandato de Giscard d'Estaing ha sorprendido a todos dedicando un capítulo de su obra autobiográfica Leçons particuliéres a su análisis con Lacan: según su testimonio, eso la condujo del estupor que seguía a un intento de suicidio a una renovación radical de sus horizontes personales y profesionales.

Lacan fue un clínico eminente, promovió un retorno a Freud y aportó una compleja formulación teórica que dio salida a los impasses del pensamiento freudiano, pero también entendió e hizo entender que la posición del psicoanalista no es sólo la que le corresponde como clínico junto al diván de sus analizantes, sino que su ética implica el seguir atento a los modos en los que, en su época, se manifiesta el malestar en la cultura; porque, para el psicoanálisis, la lógica que organiza la vida de los hombres en toda sociedad, tanto en la convivencia como en la guerra abierta, no es ajena a la que a cada cual le permite vivir en paz consigo mismo o le conduce, llegado el caso, a llamar a la puerta de un analista.

Hablando de discursos, hay que decir que este término tiene en la obra de Lacan un peso extraordinario, ajeno, por otra parte, a la desenvoltura con que se habla del discurso político, sindical, ideológico o cultural de unos y de otros, para señalar el hilo conductor, la verdad estructural que subyace a las montañas de enunciados de quienes hacen áclaraciones. En uno de los últimos seminarios publicados -Lacan dictó, durante casi treinta años, un seminario frecuentado por Lévi-Strauss, Foucault y Barthes, entre muchos otros-, titulado L'envers de la psychanalyse, presenta su estructura de los cuatro discursos fundamentales: uno de ellos, el discurso del Amo -reverso del discurso del psicoanálisis-, se resiste especialmente a perder protagonismo y actualidad, y hace escuchar su voz atronadora y sin palabras en las convulsiones que agitan a Europa desde el Adriático, hasta los Urales.

Significado de revolución

En 1969, año en que inició dicho seminario, la palabra revolución estaba como ahora en boca de muchos, y Lacan insistía en su significado preciso: un movimiento de rotación que lleva las cosas, una y otra vez, al mismo sitio. Para quienes tengan tiempo y el deseo necesarios, ese texto guarda valiosas claves para entender algunos de los grandes sucesos actuales, ante los que la parcialidad de les enfoques demuestra hasta qué punto pensamos casi como marxistas ortodoxos, reduciendo lo que está en juego a la reconversión traumática de un modo de producción a otro.

Diez años, pues, desde la muerte de Lacan. El fin de semana se han reunido en París cientos de analistas venidos de todo el inundo -los provementes de España eran numerosísimos- para recordarle, homenajearle y hacer balance del trabajo que su herencia suscita: experiencia clínica, investigación, enseñanza, publicaciones y el deseo decidido de seguir interrogando al saber.

Josep Maria Panés Calpe es psicoanalista.

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